En Ceuta, se miró para otro lado. Sin embargo, ante una política de entreguismo, de hechos consumados, cuando los políticos están en la oposición, haciendo campañas electorales, o vaya usted a saber qué, se les va el trasero por honrar con su visita de cortesía.
A buenas horas vamos a hacer el esfuerzo de la crítica. Dicen que nunca es tarde, pero es que tiempo ha tenido de sobra, durante tantos años, como para haberse hecho notar. Sobre todo, cuando eran otros los que estaban en Madrid. Dar caña cuando no son los de tu cuerda, que pena, tantos años en los que ha tenido oportunidad de gritarle fuerte a los propios. Cuando se está casi con un pie fuera, se va a iniciar la cruzada. Que se lo digan al Cid. Tanto tiempo perdido. Tempus fugit.
La invasión o toma de Canarias, sobre todo, desde hace un año, ha ido en aumento hasta que, recientemente, en una misma semana, el tema se ha disparado.
Autoridades canarias, con presencia local y nacional, con total contundencia, gobierno de la nación, entrevista urgente del titular de Interior con su homólogo marroquí, políticos de más calado del país, han tratado de dar solución, implicando al máximo a la comunidad europea en la grave problemática, que es compleja y que no se resolverá hasta que las potencias avanzadas sean verdaderamente activas en el levantamiento, de la economía de esos lugares de origen.
La muerte ha vuelto a hacer su aparición, no necesita que nadie la llame. El mar está bastante cansado de que estemos llenando sus fondos con esqueletos que no son suyos. Ni los plásticos, ni los anzuelos, ni las redes, ni la contaminación de las aguas. El mar es contento con las espinas de sus pescados, cuyos caladeros también se han ido extinguiendo por la mano del hombre. Duelen las muertes. Las de Canarias y todas. En Ceuta, somos testigos de excepción. Hasta cierto alcalde gilista, el único, estuvo con la idea de hacer un homenaje consistente en colocar una patera en Benzú. En el recorrido me pierdo.
Se rodea, directa e indirectamente, con personal de aquellos que fueron descubiertos por un leñador. Por la boca…
Es un bucle. Profesionalmente no alcanzo a ver la solución definitiva, de momento. Si se ayuda y la misma inyección no termina de llegar al pueblo, con cada país africano gobernado por un mandatario de un padre y una madre, con criterios diferentes a la hora de gestionar esos fondos de inversión y desarrollo.
En cualquier caso, la moda de subirse en avalancha al archipiélago canario es tan inmensamente atractiva, que puede que hasta el propio conseguidor haya estado tentado retornar, ahora que tanto se está hablando que no concilia bien el sueño, como le pasaba también al presidente del gobierno, echando de menos, teniendo morriña, deun país maravilloso, con una gente de bien, que para nada es merecedora de abusos.
Y es que no olvidemos, con aquello de que lo que se da no se quita, está la tentación de ponerse a reclamar uno de sus regalos: la Residencia Real de La Morata, en Lanzarote.
Resulta, lo que son las cosas, que el presidente del país tuvo y encontró tiempo de vacaciones en unos momentos en el que los españoles estamos sufriendo lo nunca visto, como el resto del mundo, como consecuencia del maldito virus que también se coló, como de contrabando, por aquellos lugares, nada más darse a conocer en suelo español.
Pues bien, el presidente se plantó, para cinco días, con ese Falcón que parece que lo usa como si de una bicicleta se tratara, en la susodicha residencia. Tan es así, que hasta la Audiencia exige explicaciones a Moncloa, para conocer los detalles de los acompañantes en los viajes.
Que se tenga descanso, poco o mucho, como cualquier mortal, vale. Que libre en su calidad de capitán del barco de nombre pintado en popa España, en plena guerra bacteriológica, de impresentable.
En una particular puesta en escena, como para ofrecer el mensaje, ese de la nueva normalidad, en una especie de tenemos que convivir, cual mascota de compañía, el pulpo que ha mutado, se fotografía en la playa, para más inri, sin su juguete preferido, el avión inseparable que tanto vuelo le da.
Son hechos históricos diferentes, pero con una misma exposición cara a la galería, y con cargas de contenidos delicados en ambos casos.
En el año 1966, después del accidente nuclear, en Palomares, Almería, Fraga aparece ante la opinión pública dándose un baño, queriendo decir que las aguas no estaban contaminadas.
La participación o colaboración en la operación “desaparece mientras no llueve café de Juan Luis Guerra, a gusto de todos”, y se va, ni corto ni perezoso, por segunda vez, antes lo había hecho en la Navidad del 2018, a disfrutar de ese palacio, regalo del rey Hussein II de Jordania, al rey Juan Carlos I, en el año 1989. En el 2015 su hijo Felipe VI lo pone a disposición del gobierno, patrimonio nacional.
Si el conseguidor ha vivido a cuerpo de rey, es porque se lo hemos permitido, con la complicidad de prácticamente la totalidad de la sociedad española, que ha estado en la confianza de que los rumores fueran nada más que eso.
Los españoles de mi generación veníamos de la etapa o educados bajo el franquismo. Queríamos aires renovados. Se nos vendió la Constitución, pero, ciertamente, yo no la concebí como unas tablas sagradas. Sólo cambios interesados y casi de hurtadillas. Entendí que era un marco de leyes, pero renovada, adaptada a los tiempos, a cada contexto y época, sin tantos rollos de que es intocable o que para hacer reformas se deba mover el cielo y la tierra.
Ese voto del 78 fue a una Constitución, pasar a un sistema de democratización. No se nos informó debidamente sobre el modelo que deseábamos. No explicaron detalladamente si se votaba monarquía, república, o lo que hubieran querido poner en el texto. Era pasar de Franco, a la libertad. Si en lugar del que figuró, me ponen al dúo Dinámico, de mi querida hermana Mari Luz, con su “Resistiré” de los balcones, seguro que hubiera votado igual. Es decir, se asumió la monarquía dentro del paquete que se nos sirvió en el mismo plato de huevos con patatas fritas, qué tanto me llena y gusta.
Queríamos democracia, queríamos libertad, queríamos decencia. El resto, siendo de importancia, no preocupaba en exceso por aquellos años. Mientras tuviéramos los tres pilares referidos.
Ahora bien, si una monarquía se acompaña de esa patente de corso, la inviolabilidad, será carne de cañón para la descomposición de todo tipo: personal, moral, económica, criterios o principios de dignidad.
En fin, tampoco entiendo esos escudos de los aforamientos, los privilegios y prebendas, cargos infinitos de asesores de confianza. Gastos con cargo al protocolo, viajes y alojamientos.
El partido socialista, escenifica un tratado de paz con quien utiliza a los partidos según le conviene. La capacidad que tiene de jalar al enemigo político, ni Saturno, es de admiración. Es por un pacto de presupuestos, un pacto sin el cual la ciudad se iría al garete, como si la ciudad no estuviera a la deriva, irremediablemente, un acto de responsabilidad. Lo sacrificados que son. No somos merecedores de tanta preocupación. Los sueldos se congelan. Tenía la cabeza puesta en esa bendita vacuna, la primera en salir, que necesitaba que nos trasladáramos al polo norte para su conservación. Afortunadamente, ahora todas las vacunas, temperatura nevera de andar por casa. Ya le había expresado a mi sobrina Luisa mi ansiedad. El extremo calor del desierto era incompatible con Pfizer. Ceuta no está en el Himalaya, a donde irá mi sobrina Luisa, a la carrera, como el gran atleta Ismael Dris.
La falta de coherencia, la falta de un líder, hace que la izquierda, sea de una pobreza de solemnidad. La derecha no es un partido de derecha. Es un único caballero que, tras 20 años, no ha sido capaz de lograr que, a diferencia de lo que pasa con Canarias, objeto de un problemón puntual, no obstante, su futuro está más que garantizado. Surgirá un delfín o delfina de la derecha. Mientras no sea rana, o el rana, famoso restaurante de Aranjuez, mon amour.
Políticos que no valen un duro de la añorada moneda, pero lo cobran bien. Por favor, gente nueva que sepan de aquellos valores: democracia, libertad, y decencia. Luz y taquígrafo.
Con permiso de la empresa del electricista, que miedo me da con lo que viene pasando últimamente. Se salta al 3, por lo menos, en el Sardinero. Se trata, pues, de unos avisos oscuros, que después no nos permitirán tachar a nadie de traidor.
Taquígrafo, como que no hay. Suministro están ocurriendo cosas. Vamos, que estarían encantados con la nueva normalidad. Lo están ya, desde 1982. Sólo velas para poder ver la nómina, que hasta puesta en una cubeta de hielos, produce hipotermia, para una comunidad de bolsillo descosido.
Recuerdo a doña Mercedes, profesora en su cariñosa academia, de mecanografía y taquigrafía, de la calle Solís, junto al bar Astorga, con sus tapas de higaditos y corazones a la plancha. Más que una profesora, era una madre. Siempre se estaba interesando por tus cosas. Si ahora soy capaz de escribir con todos los dedos, es por ella. Y su exquisito marido, músico de la Legión. Entre ellos, su hijo al que tanto querían.
Ya no merece la pena perder tiempo en leer a Tato. Es un caso perdido. Va de un lado a otro sin coherencia ni transparencia. Solo él sabe lo que dice y a quién se refiere. Adiós, Tato, adios.