El asesinato de un hermano a manos de otro el pasado domingo, ha desembocado en la convocatoria del primer minuto de silencio por violencia intrafamiliar en Ceuta. La convocatoria llega cuatro días tarde y después de que este medio señalase que el primer asesinato «intrafamiliar» se había quedado sin minuto de silencio.
En una sociedad democrática, no debería hacerse necesario tener que condenar el asesinato. El 99% de la población es consciente de que asesinar está mal. Sin embargo, Ceuta tiene sus peculiaridades. El día de mañana, jueves 23 de enero, pasará a la historia de la ciudad como la jornada en la que se celebró el primer minuto de silencio para condenar el asesinato. Así, en genérico. Se recordará como el día en el que el Gobierno de la Ciudad Autónoma, a petición de Vox Ceuta, estimó necesario y oportuno hacer una condena pública de un fraticidio.
Convocatorias y minutos de silencio en España
Si repasamos las convocatorias institucionalizadas para condenar un asesinato a lo largo de la historia de la democracia en España, todas han sido para mostrar la repulsa hacia el asesinato en cuestión, pero también a las causas que lo originaron. Se convocaron concentraciones, por ejemplo, cuando ETA mataba o atentaba, para condenar el terrorismo de la banda y las motivaciones ideológicas que lo provocaban, no solo sus crímenes en sí. Era un gesto simbólico pero necesario para decirle a ETA que la sociedad estaba en su contra. A a lo largo de los últimos años, se han convocado concentraciones públicas para condenar la violencia de género cuando se producía un asesinato machista. Es decir, se condena el asesinato de una mujer, pero también que este se hubiese producido por el hecho de que la víctima era mujer. Un gesto también necesario para decirle a los maltratadores que la sociedad está en su contra.
Cuando una institución pública ha hecho una convocatoria para mostrar su repulsa hacia un crimen ha sido porque esta ha entendido necesario transmitir a la sociedad el mensaje de que el crimen en cuestión estaba mal, pero también, y sobre todo, las causas que lo originaron.
Un ejercicio de imaginación: equivalente hipotético a esta convocatoria
Supongamos que las ONG pro derechos humanos empiezan a convocar concentraciones por las muertes de migrantes ahogados intentando llegar a España. Entonces, el Gobierno de la Ciudad, motu proprio o a petición de algún grupo parlamentario, decide convocar concentraciones para condenar todos los ahogamientos, ya sean de personas que mueren intentando migrar o de personas que se ahogan accidentalmente en una piscina o en una playa. Por mucho que empaticemos con la muerte de una persona que se ahoga accidentalmente, parece absurdo tener que condenar un ahogamiento. De hecho, lo que las ONG condenarían en sus convocatorias no serían los ahogamientos en sí, sino la falta de vías seguras para la migración. O lo que es lo mismo: se condenaría el ahogamiento de personas migrantes por las causas que lo originan, no por condenar el ahogamiento en sí.