La especie Rugulopteryx okamura fue descrita por primera vez en las playas ceutíes hace cuatro años y la Ciudad fue una de las primeras en tomar medidas. El IEC tiene en marcha tres proyectos de investigación sobre este fenómeno
La Consejería de Medio Ambiente y Servicios Urbanos ha valorado y destacado la inclusión por primera vez del alga asiática Rugulopteryx okamura en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras del Ministerio de Transición Ecológica.
Precisamente en Ceuta, a través del trabajo de diferentes biólogos, fue descrita por primera vez este alga parda hace cuatro años, a pesar de que su presencia en principio era similar al de algunas especies locales. Los biólogos de Obimasa inspeccionaron depósitos en diversas playas de la bahía norte, con mayor incidencia en las playas de Calamocarro, Punta Blanca y Benzú, el extremo occidental de la playa del Trampolín y diversos tramos rocosos, calificando el fenómeno como inusual e imprevisible. La importancia de este proceso se acrecentaba al considerar que la zona afectada está incluida en el Espacio Protegido Red Natura 2000 “Calamocarro-Benzú”, designado como Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves. En 2017 y 2018 fueron localizados depósitos masivos en Benítez y en playas de la bahía sur.
La problemática de la especie tiene dos vertientes: la gestión de los arribazones en la costa y los efectos en el medio natural, ya que se están produciendo graves alteraciones de los hábitats naturales de los fondos marinos que pueden tener efectos drásticos e irreversibles.
La Ciudad Autónoma fue, además, una de las primeras en afrontar medidas, y desde hace tiempo se viene reclamando una respuesta por parte de administraciones superiores. Incluso mediante la colaboración entre el área de Medio Ambiente de la Ciudad y el Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, se expuso esta problemática en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, (COP 25), visibilizando el fenómeno a nivel mundial.
El alga asiática Rugulopteryx okamurae, con una rapidez y virulencia inusual, ha ocupado todo el litoral gaditano, alcanza la costa atlántica de Huelva y se ha expandido hasta hasta más allá de Almería, amenazando la biodiversidad marina y enterrando playas de la zona bajo mantos vegetales, por lo que los ayuntamientos afectados soportan un coste muy alto.
De hecho, en Ceuta, el área de Medio Ambiente actúa desde hace cuatro años en la retirada de las playas de algas. Desde que comenzó el año ha limpiado del litoral unos 2.200 metros cúbicos, una operación que se realiza prácticamente a diario por parte de las brigadas de TRAGSA mediante una encomienda de gestión.
Además, Ceuta ha aprobado los primeros proyectos de investigación sobre esta especie, a través del Instituto de Estudios Ceutíes (IEC), que recopilan información para poder considerar medidas de conservación.
Desde Obimasa, en 2019 se ha aprobado una memoria de actuación al amparo del convenio con el Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla, que se ha puesto en marcha recientemente, comenzando por los trabajos de muestreo. Tiene una duración de cinco meses, y se dispondrá de información a finales de 2020. Se debe profundizar en actuaciones puntuales de erradicación temporal o contención en enclaves de especial valor donde la especie es más débil, como son ciertas cuevas y ambientes de penumbra del espacio protegido RN2000 Zona marítimo-terrestre del Monte Hacho, que albergan hábitats muy singulares, valiosos y vulnerables.
La inclusión de esta especie en dicho catálogo partió del Consejo Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, a partir de las diferentes propuestas recibidas por el Ministerio de Transición Ecológica y el visto bueno del Comité de Flora y Fauna Silvestres, ha remitido para consulta el Proyecto de Orden Ministerial por la que se modifica el anexo del Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el que se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras.
El Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras tras requerir un análisis de riesgos, incluye todas aquellas que constituyan una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, la agronomía o para los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural.