La relación entre España y Marruecos en lo que respecta a Ceuta y Melilla se ha caracterizado en los últimos años por una sucesión de concesiones del Gobierno español, en muchos casos sin exigir contrapartidas. Según un análisis de El Confidencial, firmado por Ignacio Cembrero, estas cesiones han derivado en un debilitamiento progresivo de las posiciones españolas frente a las estrategias asfixiantes de Marruecos.
Promesas incumplidas y pasos en falso
En 2011, la Asamblea de Ceuta solicitó integrarse en la unión aduanera europea, un movimiento que buscaba reforzar la identidad europea de la ciudad. Sin embargo, más de una década después, el Gobierno no ha impulsado esta reivindicación ni siquiera tras la crisis migratoria de 2021, cuando miles de personas cruzaron a Ceuta en una acción promovida por Rabat, según el CNI.
En aquel momento, figuras como el secretario de Estado para la UE, Juan González Barba, y el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, anunciaron medidas ambiciosas: desde planes de seguridad hasta el establecimiento de aduanas comerciales con Marruecos. Pero, como destaca Cembrero, «dos años y medio después, nada se ha materializado».
Estrategia de Marruecos: asfixiar sin confrontar
Desde 2018, Marruecos ha intensificado su presión sobre Ceuta y Melilla, cerrando la aduana de Melilla y obstaculizando los pasos fronterizos. Los controles estrictos han convertido cruzar la frontera en un «vía crucis», dificultando incluso el comercio menor y el turismo. Mientras tanto, las playas marroquíes cercanas a Ceuta se han convertido en puntos de salida para inmigrantes que buscan llegar a nado a la ciudad, lo que ha provocado un aumento del 126% en estos cruces durante 2024.
Cembrero explica que esta estrategia no requiere discursos públicos reivindicativos, como los que realizaba Hassan II, sino una política de hechos consumados que asfixia progresivamente a las dos ciudades.
El futuro: Bruselas como solución
El Gobierno español ha centrado sus esfuerzos en desarrollar las ciudades autónomas mirando hacia la península, pero ha evitado iniciativas que puedan incomodar a Marruecos, como avanzar hacia su plena integración en la UE. Para Ignacio Cembrero, el futuro de Ceuta y Melilla pasa por Bruselas. La entrada en la unión aduanera y en el Comité de las Regiones ofrecería ventajas políticas significativas, obligando a Marruecos a cumplir compromisos comerciales bajo supervisión europea.
Sin embargo, detrás de la aparente inacción de Moncloa, subyace un temor a represalias de Marruecos, como el aliento a la migración irregular o la suspensión de la cooperación antiterrorista. Según el periodista, España cuenta con herramientas de presión, tanto a nivel bilateral como en la UE, que no ha sabido emplear.
Una política basada en el miedo
En contraste con Francia, que ha respondido con firmeza ante episodios como el espionaje marroquí al presidente Macron, España ha optado por una política de apaciguamiento. Pero, como concluye Cembrero, «mantener una buena relación con Marruecos es imprescindible, siempre que se cumpla con lo pactado. De lo contrario, la estrategia actual solo llevará a Ceuta y Melilla hacia una derrota final».