La sexta ola del coronavirus hace que se hayan caído en las últimas horas algunos que otros comensales. No dejan de darse nuevos positivos, y los contactos estrechos cada vez los tenemos más cerca. Y hay quienes han optado por reducir las reuniones al núcleo familiar más cercano
A primera hora de la mañana salían a la calle los más rezagados, o los que no han tenido tiempo para hacerlo antes por motivos laborales, para ultimar las compras navideñas a lo largo de la jornada. Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad, y las despensas y los frigoríficos están casi a rebosar.
Es la segunda Navidad que nos toca convivir con el coronavirus. Este año, sin toque de queda, sin restricciones de movilidad, sin aforos. Sin embargo, la llegada de la sexta ola acompañada de la variable Ómicron ha disparado el número de contagios en toda España, algo que pasa factura en una ciudad tan pequeña como Ceuta donde casi todo el mundo se conoce y ser contacto estrecho de un positivo se ha vuelto algo de lo más normal en las últimas semanas.
Esto ha repercutido en que las reuniones navideñas se reduzcan, tanto porque se estén cayendo comensales de última hora, como por aquellos que han decidido disfrutar de estas fiestas con el mínimo común múltiplo del núcleo familiar. «Ya vendrán tiempos mejores», anhela una familia que se encontraba esta mañana ultimando las compras navideñas y que asegura que es el momento de «ser responsables», por lo que han decidido pasar estos días solos. Otra familia añadía que los test de antígenos de autodiagnóstico de la farmacia, difíciles de conseguir en los últimos días, se han convertido en una prolongación de los cubiertos y hay quienes los tienen preparados para hacérselos antes de sentarse en la mesa.
Lo único «positivo» a sacar de todo esto es que, después de casi dos años desde el inicio de la pandemia, nos ha dado tiempo a hacernos con esta situación y a jugar con el descarte en reuniones cada vez más minimizadas para «curarnos en salud».