La técnico del proyecto Mujeres Modo ON-VG del programa Inserta Empleo nos habla de cómo es la inserción laboral para mujeres con discapacidad y víctimas de violencia de género
Zuleika Chairi es la técnico del proyecto Mujeres en Modo ON-VG en Ceuta, del programa Inserta Empleo, la plataforma específica que trabaja para la inserción laboral para mujeres con algún tipo de discapacidad víctimas de violencia de género. Está financiado por el Fondo Social Europeo y por Fundación ONCE en el marco del Programa operativo de Inclusión Social y Economía. Arrancó en 2018 y finalizará en 2023, por lo que se encuentra en la última fase. Dentro de las oficinas de la Cámara de Comercio, a las usuarias se les ofrece formación, orientación laboral, intermediación laboral entre empresas y demandantes. Chairi comenzó en septiembre de 2021, y durante ese trimestre trabajó con una usuaria. En 2022 alcanzó un total de siete y en lo que llevamos de 2023 ya van tres.
Todo proceso comienza con la primera toma de contacto, que es una entrevista inicial de incorporación a bolsa donde se comentan los servicios que se ofrecen para detectar el perfil de la demandante. Tras esto, se lleva a cabo una entrevista de atención a víctimas de violencia de género para valorar el caso y el entorno, y conocer las circunstancias personales y socioeconómicas de la usuaria.
Es entonces cuando comienza el trabajo. No es necesario que esté acreditada la condición de víctima de violencia de género “porque nuestro principal objetivo es luchar contra la violencia de género a través de los testimonios y las historias que nos relatan”.
La metodología es propia y se basa en el ciclo de recuperación. Consta de una fase del desarrollo personal, otra del desarrollo profesional e intermediación laboral. “Estas mujeres llegan en diferentes fases, cada mujer es un mundo y cada caso es particular”, cuenta Chairi. En ocasiones, llegan mujeres que ya han salido del ciclo de la violencia y, en otros casos, la mujer convive todavía con el maltratador, por lo que hay que tener clara la fase en la que están.
La sinergia es clave en las relaciones entre el proyecto Mujeres en Modo ON-VG y otras entidades para poder crear una red de apoyo como puede ser, por ejemplo, con el Centro Asesor de la Mujer.
“Es una realidad a veces invisible que sean mujeres, discapacitadas y víctimas de violencia de género porque no se tienen en cuenta esas particularidades”, reconoce la técnico del programa. “Las mujeres con discapacidad tienen más riesgo de sufrir la violencia de género en todos sus tipos y más dificultad para salir del ciclo de la violencia, a lo que hay que sumarle otros factores como la estigmatización. Hay que tener en cuenta aquellos casos en los que la figura del cuidador recae sobre el maltratador, por lo que es muy alto el grado de dependencia”, ha añadido.
Para romper con todo esto, dotan a las usuarias con las herramientas necesarias para que ellas puedan empoderarse. “No queremos solo que recuperen su empleabilidad, queremos que se empoderen”, reivindica Chairi, que admite que se están registrando avances, aunque aún hay mucho por hacer.
De estas 11 participantes que acumula la técnico del proyecto Mujeres en Modo ON-VG, hay algunas con las que siguen trabajando, aunque la mayoría han conseguido insertarse tras la formación. “Muchas veces llegan desmotivadas, no creen en ellas mismas y hay que enfocarse en trabajar su desarrollo profesional, pero también personal”, remarca la experta, que señala la importancia de “motivarlas con herramientas”. Sin embargo, apuntan como algo negativo a la “sobreprotección” y subraya que no quieren “victimizarlas, sino empoderarlas”. “La sobreprotección es una forma de violencia sobre la persona y se da especialmente en los casos de las mujeres con discapacidad, más que en los hombres”, algo para lo que el acompañamiento es muy importante.
La mayor recompensa del programa, el feedback de las usuarias. “Para mí es sumamente satisfactorio ver el avance que experimentan, porque llegan en lo más bajo y al tiempo suben”, analiza Chairi, que aclara que cada mujer vive sus procesos de forma diferente.
Los retos que se marcan para este año son los de seguir trabajando con las usuarias, reforzar la comunicación con otras entidades y agentes sociales, mantener la red de apoyo para que más mujeres puedan beneficiarse y concienciar. Felicidad, autosuficiencia y sentirse dueñas de su vida después de haberse visto como dependientes.