Dice el Vicepresidente Segundo del gobierno de España, el Sr. Iglesias, que España no tiene una democracia plena, pero sin embargo el no sale corriendo y se va otro sitio más de su agrado, no se va por ejemplo a Venezuela, donde estoy seguro le acogerían con los brazos abiertos. No, a él le gusta su sillón, su casoplón custodiado como si fuera un capo calabrés, su partido y su niñera. El se queda atacando a la prensa que destapa sus vergüenzas, el se queda montando denuncias falsas ante los tribunales contra quienes le estorban en su partido. Él se queda para supuestamente amañar elecciones internas de su formación. El se queda disfrutando de todas las ventajas que le ofrece eso, un país plenamente democrático como España.
El diccionario define la palabra “traición” en su primera acepción como “falta que comete una persona que no cumple su palabra o que no guarda la fidelidad debida”. Al jurar el cargo, el Sr. Iglesias, prometió lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución “por su conciencia y honor”. Si con sus declaraciones y comportamientos muestra deslealtad al Rey, así como a la Constitución podremos concluir que el Sr. Iglesias no tiene ni conciencia, ni honor. Hace unos días veíamos como el presidente de Francia, el Sr. Macron, en una rueda de prensa en Paris con el presidente polaco le sostiene a éste el paraguas para que no se moje y rechaza por tres veces a la azafata que se lo pide para hacerlo ella ¿Se imaginan al presidente Sánchez o al vicepresidente Iglesias haciendo un gesto semejante? Si, yo tampoco puedo imaginármelo. Y es que la democracia no es solo un concepto, un ideal, sino que es precisamente todo lo contrario: una forma de actuar en la vida política. Cuando con tu comportamiento y acciones atacas de forma demagógica el sistema político democrático en el que vives y/o gobiernas el problema no es el sistema, la democracia, el problema eres tú. La democracia española tiene todas las instituciones e instrumentos necesarios para serlo, tantos que incluso permite que un vicepresidente del gobierno pueda libremente decir que no hay democracia y seguir siéndolo… la democracia española no es una democracia de mala calidad, lo que es de muy mala catadura, moral e intelectual, es la mayoría de la clase política española.
Hemos ido “normalizando” a los Roldán, Chávez, Bárcenas o Echenique. La sociedad democrática española ha ido asumiendo unas cuotas de indignidad en nuestros políticos que empieza a resultar asfixiante. El colmo es que un vicepresidente de España se alíe con un ministro ruso en contra de España, como ha hecho el Sr. Iglesias, hasta el punto que sus compañeros de gabinete, como la vicepresidenta Calvo o la ministra de exteriores, hayan tenido que salir al quite y disentir rotundamente de lo dicho por Iglesias. Porque uno personalmente, en un café con amigos, o en una reunión asamblearia, puede opinar lo que quiera sobre la democracia española, pero si eres vicepresidente de nuestro país, y aunque solo sea por “vergüenza torera”, tienes que saber comportarte y hacer honor a la dignidad que representas. Claro que para eso hay que saber qué son el honor y la dignidad… ¿Recuerdan la historia del Caballo de Troya, cuando los aqueos, que asediaban la ciudad, regalaron a los troyanos un enorme caballo de madera que estos aceptaron gustosamente, sin saber que estaba relleno de soldados aqueos que por la noche salieron y abrieron las puertas para que entraran las tropas asediantes y arrasaran toda la ciudad? Yo no paro de darle vueltas a esta historia de la mitología griega. Una cosa es la Ciencia Política y otra muy distinta la “chiringitologia” que se practica cada vez mas a las claras desde el gobierno de España. Yo no sé ustedes, pero yo no puedo acostumbrarme a que un miembro del gobierno ataque nuestro país aliándose con la opinión de un país extranjero, a que un descerebrado que ni siquiera hizo el MIR dirija la lucha contra la pandemia por COVID, o a que el gobierno pretenda acabar con la división de poderes modificando la ley Orgánica del Poder Judicial por la puerta de atrás, o a que se gobierne con el apoyo de aquellos que quieren cargarse el estado. No puedo, y no quiero, acostumbrarme a que la “chiringitologia” siente cátedra en España, y empiezo a tener la desagradable sensación de que hemos dado un paso mas y el mito griego pretende repetirse en suelo patrio.