Un millar de científicos de diversas partes del mundo, entre ellos varios galardonados con el Premio Nobel, han firmado una carta abierta solicitando un alto al fuego inmediato en Oriente Próximo. Este documento, que ha ganado tracción en universidades prestigiosas como La Sorbona y Princeton, hace un llamado urgente a la comunidad internacional para que actúe frente a la crisis humanitaria en la región.
Los firmantes, entre los que se encuentran los neurocientíficos noruegos May-Britt Moser y Edvard Moser, así como el japonés Susumu Tonegawa, destacan la necesidad de que Israel respete el derecho internacional humanitario en Palestina y Líbano. Además, exigen el fin de la ocupación en Gaza y Cisjordania, subrayando la importancia de liberar a todos los rehenes y civiles encarcelados sin justificación.
Pablo Lanillos, investigador español del Instituto Cajal, ha enfatizado el papel crucial de la neurociencia en comprender cómo los conflictos afectan la percepción humana. Según Lanillos, las situaciones de guerra alteran significativamente la psicología de las personas, lo que puede llevar a la deshumanización del ‘otro’ y a una escalada de violencia.
La carta también condena los actos de violencia cometidos por Hamás e Hizbulá contra civiles israelíes, pero pone un énfasis particular en los crímenes de guerra atribuidos a Israel. Según los científicos, estas acciones han resultado en la muerte de más de 40,000 gazatíes y 3,000 libaneses, además de dejar a más de un millón de palestinos sin hogar.
Los firmantes instan a la comunidad internacional a ejercer presión sobre los líderes extremistas, argumentando que el silencio global solo fortalece sus intenciones letales. Sin una intervención decidida, advierten, la espiral de odio y violencia continuará, alejando cualquier posibilidad de paz duradera.
En su llamamiento, los científicos proponen detener el suministro de armas ofensivas a Israel y reevaluar las colaboraciones económicas con instituciones en los territorios ocupados. Subrayan que su postura no es contra el pueblo israelí, sino a favor de todos los pueblos afectados, incluyendo israelíes, palestinos y libaneses.
Finalmente, la carta concluye con un mensaje de esperanza, apelando a la humanidad compartida y al potencial de coexistencia pacífica entre las naciones involucradas. Los científicos confían en que, con el apoyo internacional adecuado, es posible romper el ciclo de violencia y construir un futuro más justo y pacífico para todos.