Parece que el secretario general del PSOE ceutí está obsesionado con echarle a Juan Vivas la culpa de todo. Ha pasado de aprobarle las cuentas sin el más mínimo reproche, a negarle cualquier actuación en beneficio de los ceutíes. Él, que se arrogaba que las obras en barriadas se hacían porque él era quien condicionaba con sus votos lo que hacía el gobierno, no sabe cómo explicar que en realidad no hacía nada y, además, pretendía que el propio gobierno tampoco lo hiciera. Lo que se ha hecho en Ceuta en los últimos cuatro años, lo poco, lo mucho, lo bueno y lo más bueno, ha sido iniciativa del gobierno del presidente Vivas.
Gutiérrez anda perdido en una ensoñación de la que despertará más pronto que tarde: la de creerse que con burda palabrería puede engañar a todos los ceutíes.
Ciertamente acordó con Vivas dar estabilidad al Gobierno de la Ciudad, pero no lo hizo ni gratis ni por responsabilidad, sino por puro interés de promoción personal. Quiso estar dentro y fuera a la vez y esa doblez es precisamente la que hace insostenible su discurso, porque si pudo condicionar más al gobierno ¿por qué no lo hizo? Sólo hay dos respuestas posibles. La primera es clara: conocía perfectamente los límites legales y presupuestarios de la Ciudad y no quería cometer ninguna ilegalidad. La segunda es la auténtica: el interés general lo colocó por detrás del suyo, porque de lo contrario ¿qué iba a dejar para la campaña electoral?
Pero visto que la matraca sobre el centro y la periferia se le está volviendo en contra, ahora da un paso más para acusar a Vivas de que defiende más a Vox que a los ceutíes, con ese eslogan que, la verdad, suena raro en su boca: En Ceuta todas y todos somos iguales. Porque si alguien ha defendido hasta la extenuación la igualdad ha sido Vivas, que ya ha marcado claramente cuáles son sus líneas rojas y ha afirmado con nitidez cristalina con quien no pactará.
Debería el señor Gutiérrez aplicarse el cuento y ser capaz de contar sus actos con la misma transparencia, tanto desde su puesto de presidente del comité de su empresa, como desde su condición de líder socialista en Ceuta. Debería ser capaz de demostrar que para él todas y todos los ceutíes son iguales a la hora, por ejemplo, de acceder a un puesto de trabajo o, por el contrario, han primado afinidades que nada tienen que ver con la igualdad de oportunidades. Desde luego Vivas es en estas cosas un buen ejemplo de respeto por esa igualdad cacareada por quien no debe.
Vivas ha hablado claro: El que no aprecie nuestra diversidad cultural y que niegue la españolidad de todos los ciudadanos de Ceuta por sus orígenes o por su credo religioso, que no cuente con él para nada.
De Gutiérrez sabemos muy poco al respecto de cuáles son sus líneas rojas, de pactos postelectorales o de qué hará si el PSOE no es la lista más votada. Sin embargo, Vivas no sólo ha rechazado cualquier acuerdo con Vox, con nitidez y sin medias tintas, sino que ha afirmado con la misma claridad que si el PP no es la lista más votada, no se presentará a la reelección para ser presidente de Ceuta.
Lo que de verdad parece preocupar al líder del PSOE ceutí, es que Vivas aglutine en torno a él una buena parte del voto de centro derecha que hasta ahora estaba algo dividido. El PP de Ceuta pretende democráticamente el apoyo del mayor número de ceutíes, hayan votado antes a quien hayan votado, porque sólo desde la unidad más amplia posible se puede construir una sociedad próspera para todos, y porque presenta un candidato, Juan Vivas, honrado, transparente, sin hipotecas, de probada capacidad en los momentos más difíciles y sin otro compromiso que el bienestar de todas y de todos los ceutíes.