El proceso busca revisar la condena a muerte de Kim Jae-gyu, ejecutado en 1980 tras asesinar al presidente autoritario. La familia del ex jefe de espionaje insiste en que actuó por patriotismo.
Más de cuatro décadas después de su ejecución, el nombre de Kim Jae-gyu vuelve a resonar en los tribunales surcoreanos. El ex director del servicio de espionaje fue ahorcado en 1980 por el asesinato del presidente Park Chung-hee, y ahora la justicia surcoreana ha decidido reabrir su caso. Aunque Kim no puede sentarse en el banquillo, el proceso busca revisar el polémico juicio que lo condenó, entre acusaciones de tortura y falta de garantías legales.
La noche del 26 de octubre de 1979, Kim disparó al presidente mientras ambos cenaban en la sede de la Agencia Central de Inteligencia Coreana (KCIA) en Seúl. En el mismo acto, también mató al jefe de seguridad de Park. Aquel crimen, que dejó atónito al país, fue especialmente impactante porque Kim había sido un colaborador cercano del mandatario durante años, incluso desempeñando labores como su escolta personal.
El país quedó profundamente dividido: para algunos, Park era un déspota que había llegado al poder mediante un golpe militar en 1961 y había gobernado con mano dura durante 17 años; para otros, fue un líder que sentó las bases del “milagro económico” surcoreano. La muerte de Park abrió una etapa de inestabilidad política que culminó con otra dictadura militar bajo Chun Doo-hwan y, finalmente, con la transición democrática en 1987.
La familia de Kim Jae-gyu ha luchado durante años para que no se le recuerde como un traidor, sino como un patriota que actuó para liberar al país de la tiranía. A comienzos de este año, un tribunal de Seúl aceptó reabrir el caso, tras considerar que hay suficientes evidencias de que el juicio de 1980 fue profundamente irregular.
Este miércoles ha comenzado formalmente el nuevo proceso en el Tribunal Superior de Seúl, con la asistencia de algunos familiares de Kim y una opinión pública dividida. El equipo legal de la familia busca que se anule el cargo de insurrección, el más grave de los que condujeron a la ejecución de Kim.
“El juicio original fue una farsa. Los testigos fueron interrogados sin presencia del equipo defensor y sus declaraciones no se presentaron como pruebas formales”, denunció An Dong-il, abogado que participó en la defensa original.
El nuevo juicio coincide con otro proceso de alto perfil: el del ex presidente Yoon Suk Yeol, juzgado por traición tras declarar la ley marcial en diciembre de 2024. Para muchos, ambos casos reflejan las heridas aún abiertas en la historia democrática de Corea del Sur.
Las nuevas investigaciones revelan que Kim fue torturado antes del juicio y que las condiciones legales del proceso fueron violadas sistemáticamente por la junta militar entonces en el poder. Ahora, la justicia surcoreana deberá decidir si redime al hombre que, para algunos, fue el verdugo de un tirano; y para otros, un criminal que traicionó a su propio presidente.
