Edmundo González Urrutia, destacado líder de la oposición venezolana, ha hecho pública una grave denuncia: el secuestro de su yerno, Rafael Tudares, mientras llevaba a sus hijos al colegio en Caracas. Este acto violento coincide con el inicio del año escolar y ocurre en un contexto político ya de por sí tenso, a solo tres días de la toma de posesión presidencial.
Según González, Tudares fue interceptado por hombres encapuchados vestidos de negro, quienes lo obligaron a subir a una camioneta dorada con placa AA54E2C. Desde entonces, su paradero es desconocido. La denuncia fue realizada a través de la cuenta de X de González, generando una ola de preocupación y solidaridad en redes sociales.
Mientras tanto, González se encuentra en una gira por América, buscando apoyo internacional para su causa. Planea regresar a Venezuela antes del 10 de enero, fecha en la que Nicolás Maduro asumirá nuevamente la presidencia, un evento que la oposición busca impedir debido a las controversias en torno a las elecciones del pasado 28 de julio.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó a Maduro como vencedor, pero la oposición y parte de la comunidad internacional no reconocen estos resultados, ya que las actas de votación nunca fueron publicadas. En respuesta a las tensiones, el gobierno ha desplegado 1,200 agentes de seguridad en los días previos a la ceremonia de investidura.
La situación se complica aún más con la convocatoria de María Corina Machado, quien ha llamado a los venezolanos a manifestarse un día antes de la investidura presidencial. Machado, al igual que González, ha sido objeto de persecución política, y actualmente se encuentra en paradero desconocido.
Desde septiembre, González vive exiliado en España debido a las presiones políticas tras los comicios. Otros miembros de la oposición también han sufrido persecución, incluyendo seis asesores que llevan meses refugiados en la embajada argentina en Caracas.
La Fiscalía venezolana ha emitido una orden de detención contra González Urrutia, y la Policía ha ofrecido una recompensa de 100,000 dólares por información que conduzca a su arresto. Esta medida refleja la creciente presión sobre los líderes opositores en un país sumido en una profunda crisis política.
El secuestro de Rafael Tudares no solo es un golpe personal para González, sino que también simboliza la inseguridad y la volatilidad política que enfrenta Venezuela. A medida que se acerca la fecha de la investidura presidencial, el país se encuentra en una encrucijada, con el futuro de su liderazgo en juego.