Aunque la inflación en Argentina ha mostrado signos de desaceleración, a finales de 2023 los precios se dispararon de tal manera que los sueldos quedaron rezagados, dejando a muchas familias al límite para cubrir sus necesidades básicas.
Una mujer de alrededor de 50 años confesó con preocupación a un verdulero de Palermo, uno de los barrios más acomodados de Buenos Aires: “No sé si este fin de semana le voy a dar de comer a mi familia. Estoy haciendo de goma la tarjeta de crédito”. En la jerga local, “hacer de goma” significa exprimir al máximo la tarjeta para poder pagar lo que no se tiene. La morosidad en el pago de tarjetas alcanzó el 5%, el segundo nivel más alto en 15 años, con tasas que superan el 150%.
Aunque el presidente Javier Milei logró reducir la inflación anual por debajo del 30%, el impacto de los aumentos de precios de finales de 2023 sigue afectando el poder adquisitivo de los argentinos. La realidad económica ha generado una convergencia entre la percepción ciudadana y la situación financiera del país: los mercados y los ciudadanos coinciden en su descontento.
La reciente derrota de La Libertad Avanza frente al peronismo en la provincia de Buenos Aires refleja este descontento. Milei, quien llegó al poder prometiendo soluciones económicas y un gobierno distinto, enfrenta ahora una pérdida de apoyo que se evidencia tanto en los mercados como en la opinión pública.
El peso argentino se devaluó casi un 6% este lunes, el riesgo país rozó los 1.100 puntos, y las acciones locales en Wall Street cayeron un 20%. Ante esta situación, el presidente convocó a reuniones de gabinete para intentar frenar la crisis.
A pesar del revés en Buenos Aires, Milei aún tiene margen de maniobra. El interior del país presenta un panorama distinto, con sectores donde el descontento con el presidente es menor. Sin embargo, la realidad económica golpea fuerte, y el desafío de garantizar ingresos que alcancen para cubrir lo básico sigue siendo urgente para millones de argentinos.