Ahora que han pasado unos días desde que tuvo lugar el encuentro cara a cara entre Sánchez y Feijóo es el momento de analizar lo ocurrido con tranquilidad, con mesura, huyendo de los aspavientos de los más fanáticos y dejando de lado las sobreactuaciones obligadas de los partidos políticos. Para los que participaron directamente en el debate ambos ganaron, y los representantes de aquellas fuerzas políticas no invitadas no vieron nada positivo en el evento. Como dije son declaraciones obligadas dirigidas a sus respectivas parroquias. Este tipo de actuaciones nos demuestran como los partidos políticos intentan ser las nuevas religiones que someten a sus adeptos al sectarismo del gregarismo y a la obediencia debida. ¡Qué triste! Alguno pensará que para triste el debate. Fue eso y asimismo se proyectó hacia unos niveles que sintetizan perfectamente la situación actual de la política española. ¡Ojo, que ocurre así en casi en todas partes! Si no miremos a EEUU con Trump, por ejemplo. Lo primero que debemos señalar es que Nuñez Feijóo demostró lo que es Feijóo y que un Sánchez descolocado sucumbió ante Miguel Ángel Rodríguez, una vez más y van cien mil, dando muestras de lo que el “sanchismo”. Básicamente creerse al personaje antes que ser persona. Tiene además otras características que más tarde desgranaré.
No deseo malentendidos, lo que intento explicar es que el “sanchismo” es lo que demostró el señor Castejón, es decir, acudir a un debate subestimando al rival y actuar con soberbia e insolvencia ante las trampas del oponente, sin percatarse en ningún instante de que el rival no era el “títere” gallego que tenía en frente sino el “señor de las marionetas” del PP, Miguel Ángel Rodríguez. Sin entrar a valorar quién ganó o perdió el debate lo que está claro es que Sánchez solo respondió a las expectativas de quienes lo denigran y ni tan siquiera supo desmentir acusaciones manifiestamente falsas. Si el partido socialista continúa por esta senda, la senda del ayer, está absolutamente acabado. El gran logro de Sánchez será haber destruido de un plumazo no solo el PSOE sino el espíritu de lo que había a su izquierda. Habrá allanado el terreno de manera sin igual para los próximos años a la derecha y ultra derecha. Dándose la paradoja de que en líneas generales se ha gestionado bien, tanto la pandemia, como las políticas de empleo, los recursos económicos llegados desde Europa, etc Me refiero a su visión pragmática porque la gestión política ha sido nefasta. Da la sensación de que Sánchez ha estado más interesado desde el primer minuto en acabar con Podemos y encumbrar a Yolanda, como arma definitiva contra Podemos, que en defenderse de los ataques que le venían desde las derechas. Y en ese empeño por terminar con la izquierda a la izquierda del PSOE puede haber enviado a “cuidados intensivos” al propio PSOE.
En cuanto al ex presidente gallego me remito a un artículo publicado hace cerca de un año por Aníbal Malvar que lo define como Fakejóo, de fake, de falsedad. Y donde lo describe a través de la siguiente cita: “Y ahora, tras el golpe de estado de Isabel Díaz Ayuso que derrocó a Casado, tenemos a Alberto Núñez-Fakejóo, que no hace más que decir mentiras y tonterías. En plan Trump, pero con gafitas y corbatita, como a nuestro votante de derechas le gusta”.
Sin embargo hay que reconocerle que marcó el ritmo del debate. A base de mentiras desde luego, pero Sánchez no supo replicarle ni volver esas mentiras contra él ¿por qué en lugar de sacar el mismo el tema del Falcon no hizo el de las lanchas de recreo en las costas gallegas? ¿por qué puso sobre la mesa el repugnante “¡qué te vote Txapote!” para quedar en evidencia? ¿por qué no dijo que podría sopesar firmar el documento sobre que gobierne la lista más votada si en ese mismo instante el PP se comprometía a devolver ayuntamientos y comunidades donde la lista más votada fue el PSOE? como es el caso de Extremadura. También manifestó el presidente del PP un gran aplomo durante la hora y media de intervención y recordamos más sus declaraciones que las de Sánchez, del que quedaron tatuadas en las pupilas de cualquiera que viera el debate las caras y gestos del aún Presidente del Gobierno.
Debería resultarnos intolerable, pero no ocurrirá, el escuchar manipulaciones tan burdas como que: “Vox firmó en su día el pacto de Estado contra la violencia de género y que Unidas Podemos no lo hizo” Fue justamente al revés. Y o Feijóo no lo sabe o escupe basura intencionadamente.
Miguel Ángel Rodríguez es un experto en desviar continuamente el foco y sigue marcando el ritmo de campaña. El PSOE y Sánchez han sucumbido a esta estrategia hace años como ha escenificado en multitud de ocasiones Ayuso. Su incapacidad para desmantelar este modus operandi junto con su empecinamiento en reducir a la nada a Podemos es lo que nos llevará al resultado del 23 de julio.
No quisiera concluir sin dar dos datos, en lugar de uno: primero, el tracking diario de 40dB para “El País” y la “Cadena SER” prevé una notable subida del PP que deja a las puertas la formación de un Gobierno PP-VOX; y por último que los socialistas y seguidores de las matemáticas más simples pueden seguir haciéndose trampas al solitario y vetando a referentes de la izquierda que el 24J cada día está más cerca.