El Parlament balear ha dado luz verde a una propuesta de Vox, apoyada por el Partido Popular, que modifica la Ley de Corridas de Toros y Protección de los Animales de 2017. Esta modificación permite que los menores puedan asistir a espectáculos taurinos, aunque los menores de 16 años deberán ir acompañados de un adulto.
La aprobación de esta medida ha contado con 33 votos a favor y 25 en contra, reflejando el apoyo de los diputados de Vox y PP, y el rechazo de PSIB, Més y Podemos. La oposición ha criticado duramente la medida, argumentando que compromete el bienestar y la salud mental de los menores.
Además, el acuerdo entre PP y Vox incluye la instalación de carteles visibles en las plazas de toros que adviertan sobre la sensibilidad del espectáculo. Este pacto forma parte de un acuerdo de gobernabilidad firmado al inicio de la legislatura, aunque desde julio, Vox rompió el pacto por orden de su dirección nacional.
La diputada del PSIB, Irantzu Fernández, ha acusado al Govern de hipotecar el bienestar de los menores para asegurar el apoyo de Vox a los presupuestos autonómicos. Fernández también criticó el veto a la comparecencia de la directora de la Oficina Balear de la Infancia y la Adolescencia, quien probablemente se habría opuesto a la medida.
Por su parte, Marta Carrió de Més per Mallorca, ha señalado la incoherencia del PP al firmar acuerdos en defensa de los derechos de la infancia mientras apoya la tauromaquia. Carrió comparó la situación con permitir a los padres decisiones perjudiciales para sus hijos.
Cristina Gómez, portavoz de Unidas Podemos, destacó la contradicción de advertir sobre la sensibilidad del espectáculo mientras se permite la presencia de menores. Gómez sugirió que este es el precio que paga el PP para avanzar en sus acuerdos con Vox.
Desde Vox, Sergio Rodríguez defendió la tauromaquia como patrimonio cultural de España y criticó a la izquierda por no querer debatir sobre cultura. Rodríguez argumentó que negar el acceso de los menores a los toros es negarles el acceso a la cultura.
Finalmente, Cristina Gil del PP defendió la contribución cultural de la tauromaquia y criticó la percepción de los menores como incapaces de tomar decisiones. Gil argumentó que la desaparición de la tauromaquia supondría una pérdida ecológica, económica y cultural.