En estos días hablamos sobre la igualdad real, las distintas brechas que siguen afectando a las mujeres y los medios para superarlas. Todo ello, enmarcado en un inicio de año trágico, en el que han sido asesinadas 9 mujeres, dejando a 13 niños, niñas y adolescentes huérfanos. La prevención y la sensibilización son determinantes a la hora de alcanzar la igualdad real. Por ello, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el Consejo General de la Psicología pone el foco en la implantación de acciones de prevención dirigidas a las generaciones más jóvenes, que permitan corregir las históricas desigualdades entre hombres y mujeres.
Es innegable que se han producido poderosos avances en materia de igualdad en nuestro país, pero la corriente transformadora está frenando, cuando no retrocediendo. Según datos de distintos estudios recientes del Centro Reina Sofía de Adolescencia y Juventud, el porcentaje de hombres jóvenes (de 15 a 29 años) que se consideran feministas ha disminuido desde un 37,3% a un 32,8% entre 2019 y 2021. Uno de cada cinco cree que la violencia de género no existe o que es un invento ideológico, y uno de cada diez niega las desigualdades de género.
Así mismo, uno de cada diez hombres jóvenes asegura que “ser un hombre de verdad” supone que debe tener la última palabra. Es la misma proporción que vive la masculinidad de una manera alineada con las ideas más machistas que justifican el uso de violencia o la prostitución. Estas mismas investigaciones señalan que la juventud que se identifica con la masculinidad hegemónica tradicional presenta peores indicadores de salud mental, manifiesta menores niveles de felicidad y experimenta una mayor presión social.
Muchos jóvenes se cuestionan aspectos de la masculinidad más tradicional, pero se requiere de acciones específicas, profesionales y transversales para acompañarlos en este proceso. Es imprescindible concienciar sobre la realidad de las violencias machistas, sus manifestaciones y sus consecuencias, una problemática grave que afecta también a muchas adolescentes. Porque al igual que hablamos de la necesidad de deconstruir los prejuicios y estereotipos machistas, es necesario construir diferentes modelos de relacionarnos, combatir el negacionismo de la violencia de género, fomentar actitudes y conductas más respetuosas y libres de violencia.
En esta importante tarea, la socialización en igualdad desde la infancia permitirá desterrar los roles, estereotipos y prejuicios de género, construcciones sociales que sustentan la desigualdad y sus repercusiones. Pero además de la familia, otro importante agente socializador son los centros educativos. La coeducación, es decir, la educación en igualdad para evitar las discriminaciones o desigualdades por motivo de género, es esencial para desmontar las bases de la desigualdad en el principal contexto en el que se relacionan los niños, niñas y adolescentes, sus escuelas, colegios e institutos.
Es necesario invertir en prevención a través de los recursos e instrumentos de educación y socialización con el fin de eliminar los comportamientos y actitudes sexistas en todas las etapas educativas. Desde el Consejo General de Psicología apostamos por la figura del psicólogo o la psicóloga educativa como la ideal para desarrollar esta labor en los centros escolares, en el que se aborden aspectos como la educación sexual y emocional, la igualdad, la prevención e intervención en violencia de género, etc. Porque solo educando en igualdad desde la infancia conseguiremos superar el machismo en la sociedad.