La ratificación del acuerdo UE-Mercosur se presenta como un proceso complicado debido a la oposición de varios países europeos. Este acuerdo, que busca eliminar aranceles entre la UE y los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay), ha sido objeto de negociaciones durante más de 25 años.
Francia e Italia han expresado su rechazo al pacto en su forma actual. Francia lo considera «inaceptable» y defiende la necesidad de proteger su agricultura y soberanía alimentaria. Italia, por su parte, exige mayores garantías para los agricultores europeos antes de firmar el acuerdo.
En contraste, España apoya firmemente el acuerdo, considerándolo un logro significativo para la política comercial exterior de la UE. Según el gobierno español, el pacto promoverá la diversificación comercial, el crecimiento económico y la creación de empleo.
La Comisión Europea, encargada de las negociaciones, está presionando para finalizar el acuerdo, preocupada por la creciente influencia de China en la región. Sin embargo, el texto debe ser aprobado por el Consejo de la UE y la Eurocámara.
El apoyo necesario en el Consejo de la UE es crucial. Se requiere el respaldo de al menos 15 Estados miembros que representen el 65% de la población de la UE. Francia lidera un esfuerzo para formar una minoría de bloqueo, esperando el apoyo de países como Italia y Polonia.
Además, otros países como Países Bajos, Austria y Lituania han mostrado reticencias, aunque no está claro si votarían en contra en el Consejo.
El papel de los parlamentos nacionales también es incierto. Si el acuerdo es mixto, podría requerir la aprobación de todos los parlamentos nacionales, lo que permitiría a los países reacios ejercer un veto.
El Parlamento neerlandés y el austríaco ya han manifestado su oposición, citando preocupaciones similares a las de sus gobiernos.
Las negociaciones entre la UE y Mercosur comenzaron en 1995 con el objetivo de integrar sus economías y políticas. A pesar de numerosos intentos, las diferencias sobre el acceso a mercados agrícolas y servicios han retrasado el acuerdo.
En 2019, se alcanzó un acuerdo preliminar, pero su ratificación se ha visto obstaculizada por demandas de garantías ambientales y estándares europeos.
El futuro del acuerdo sigue siendo incierto, y queda por ver si las partes podrán superar las divisiones actuales para implementar este ambicioso proyecto comercial.