Con motivo del Día de los Derechos Humanos, celebrado este 10 de diciembre, y dedicado por parte de las Naciones Unidas a la COVID-19, cabe hacer un llamamiento a la igualdad y la libertad para acabar con las desigualdades entre personas y países que ya existían y este año se han arraigado aún más si cabe. Un llamamiento a la igualdad, la libertad y la justicia, para que todas las personas tengan los mismos derechos y oportunidades
Hoy es día 10 de diciembre. Hoy hace 72 años que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta declaración, es «el documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición», tal y como lo definen las Naciones Unidas.
Este año, marcado por la pandemia, Naciones Unidas dedica el Día de los Derechos Humanos a la COVID-19, centrándose «en la necesidad de reconstruir para mejorar, asegurándose de que los derechos humanos sean la base para los esfuerzos de recuperación». Desde la ONU, en este 10 de diciembre, hacen un llamamiento a la igualdad, para «abordar los fracasos que la pandemia ha dejado en evidencia y aplicar las normas de derechos humanos para hacer frente a las desigualdades, la exclusión y la discriminación arraigadas, sistemáticas e intergeneracionales» y ven este día como «una oportunidad para reafirmar la importancia de los derechos humanos para construir de nuevo el mundo que queremos, la necesidad de solidaridad mundial y la interconexión y humanidad que compartimos como seres humanos».
La Declaración Universal de los Derechos Humanos es el texto más traducido del mundo, que está disponible en más de 500 lenguas. La igualdad, la justicia y la libertad son, en rasgos muy generales, los derechos que proclama esta declaración. Derechos que actualmente no se cumplen en muchos lugares del mundo y por los que se debe seguir luchando para que lleguen a todas y cada una de las personas del planeta.
Unos 80 millones de personas es la cifra calculada por organismos internacionales como la ONU o la OIM sobre las personas que se ven obligadas a abandonar sus países en busca de una vida mejor, huyendo de guerras, persecuciones políticas, pobreza y hambrunas, entre otros muchos motivos. También se dan en los últimos años los «refugiados climáticos«, personas que lo pierden todo debido a las condiciones climáticas, que dan lugar a desastres medioambientales.
En este 2020, en el que las líneas migratorias han cambiado radicalmente, centrándose en los últimos tiempos en el Atlántico, donde más veinte mil personas se han jugado la vida este año para llegar a las costas de Canarias, muchas de ellas sin conseguirlo, y donde los servicios para la atención de estos migrantes se han terminado viendo colapsados, nos gustaría recordar dos de lo artículos de esta Declaración Universal de los Derechos Humanos, concretamente el 13 y el 14:
«Artículo 13.
- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 14.
- En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
- Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas».
Estos artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada y avalada por la gran mayoría de países del mundo, en muchos casos no representa la situación y trabas que atraviesan muchas personas que intentan salir de sus lugares de origen. Por lo que quizá este sería un buen día para plantear las políticas fronterizas, teniendo en cuenta que la construcción de la Unión Europea se basa, fundamentalmente, en la Declaración de los Derechos Humanos y en las libertades intrínsecas de todas las personas, por el simple hecho de serlo.