Más de 270 millones de personas en el mundo son migrantes. Personas que abandonan sus lugares de origen en busca de una vida mejor, por gusto o necesidad. En España, a día de hoy, hay más de 6 millones de migrantes. Tan solo este año han llegado a nuestro país más de 30.000 personas, muchas de ellas, de manera irregular, a través de vías en las que se juegan la vida. Cabe destacar que migrar es un derecho y el deber de todos los países es protegerlo
Hoy, 18 de diciembre, es el Día Internacional del Migrante. Esta fecha, que lleva celebrándose desde 2001, fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de diciembre de 2000, ante el aumento de los flujos migratorios en el mundo.
Este año, como todo, el Día Internacional del Migrante está muy marcado por la COVID-19. Una situación de pandemia, crisis sanitaria, económica y social, confinamientos y restricciones a la movilidad en la que los migrantes se ven notablemente afectados, ya que «millones de migrantes están varados, en muchos casos sin ningún ingreso y sin un lugar donde vivir, sin posibilidad alguna de regresar a sus hogares debido a las restricciones a la movilidad impuestas por la pandemia», tal y como explica la ONU que, señala que, además, la pandemia ha provocado que corran «cada vez mayores riesgos de ser víctimas de trata y explotación«.
Una situación, la de los migrantes, que ha empeorado notablemente en los últimos meses y sobre la que hay que tener en cuenta que la pandemia de COVID-19 no puede utilizarse como una excusa para no cumplir con los compromisos asumidos respecto a los derechos de los migrantes, ni puede utilizarse como un pretexto para la detención ni del retorno forzoso de los migrantes a sus países de origen, sin que se lleven a cabo todos los procesos necesarios, con garantías de derecho en todos ellos.
Las migraciones en cifras
Según los datos de la ONU, el número total de migrantes internacionales a mediados de 2019 era de 271,6 millones de personas. Lo que representa un 3,5 % de la población mundial. Si diferenciamos por sexos, la proporción de mujeres migrantes en la población de inmigrantes internacionales es del 47,9%, poco menos de la mitad del total. Por otra parte, según los datos aportados por Save the Children, en el mundo hay 30 millones de niños y niñas que viven lejos de sus hogares por haberse visto obligados a desplazarse.
En España viven, según los datos aportados por la ONU, 6.104.203 de inmigrantes, lo que supone un 12,9% de la población de España. La inmigración femenina es superior a la masculina, con 3.190.456 mujeres, lo que supone el 52.26% del total de inmigrantes, frente a los 2.913.747 de inmigrantes varones, que son el 47.73%.
Según las cifras del Ministerio del Interior, durante este 2020, hasta el día 15 de diciembre, han llegado a España un total de 30.474 personas, un 28’7% más que en el mismo periodo del año anterior. El mayor crecimiento se ha experimentado en las llegadas a las Islas Canarias, donde las llegadas de migrantes han crecido este año en un 889’5%, pasando de las 2.168 personas que alcanzaron las costas canarias el año pasado a las 21.452 de este.
Una tendencia que nada tiene que ver con la que se ha producido en Ceuta. Aquí, hasta el 15 de diciembre de este año han llegado un total de 715 personas. La mayoría, 424, han llegado a través del mar, donde se ha producido una bajada de las llegadas del 31’1%, mucho menor que el 77’3% que han descendido las llegadas de migrantes vía terrestre, forma de la que solo han llegado hasta Ceuta este año 291 personas, frente a las 1.280 del pasado año.
La migración, un derecho
Estas últimas llegadas de migrantes, se han producido de manera irregular, a través de rutas en las que estas personas se han jugado la vida -perdiéndola incluso, muchos de ellos- y, en muchas ocasiones, a través de mafias dedicadas al tráfico de seres humanos. Cabe recordar que migrar es un derecho y que nadie debería ser privado de él, tal y como reconoce la Declaración de los Derechos Humanos, en sus artículos 13 y 14:
Artículo 13.
- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Artículo 14.
- En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
- Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
En relación a las migraciones, en 2016 se dio un gran paso adelante ya que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes, que reconoce la labor positiva de los migrantes y se compromete a proteger su seguridad, dignidad, libertad y derechos humanos de los migrantes.
Este fue un gran paso en la teoría, aunque en muchas ocasiones no se cumpla en la práctica. La asignatura pendiente de la gran mayoría de los países desarrollados es establecer mecanismos de cooperación con los países de origen para que las personas que tengan la necesidad o quieran salir puedan hacerlo a través de vías seguras.
Como siempre, todo lo que tenga que ver con las migraciones masivas está manipulado y «sectarizado». Se ha querido «embaucar» al populacho haciéndole creer que ‘emigrar’ e ‘inmigrar’ son términos sinónimos, y, asimismo, un emigrante es sinónimo de un inmigrante. Para ello se cuenta con la ingenuidad del populacho. Por eso, el Premio Nobel de 1915, el francés Romain Rolland declaró en su día: «Cuanto más INGENUO es el pueblo, tanto más fácil resulta EMBAUCARLO». Y eso es lo que están llevando a cabo los que alientan las migraciones con el pueblo: embaucarlo, hacerle creer que es lo mismo emigrar que inmigrar. En resumen: EMIGRAR ES UN DERECHO, PERO INMIGRAR NO LO ES. Tú puedes dejar tu país cuando quieras y desees (EMIGRAR), pero si deseas entrar en otro país (INMIGRAR) tienes que contar con permiso del gobierno de ese país al que deseas entrar, por tanto, no es tu DERECHO a entrar mientras no cuentes con el consentimiento, autorización o anuencia o beneplácito de las autoridades del país.
UN ejemplo puede aclararlo: Si tú invitas a comer a unos amigos a tu casa, si ellos quieren marcharse al final de la comida, tú no puedes ni debes impedirlo (EMIGRAR); pero si, al final de la comida, ellos quieren quedarse en tu casa y se niegan a abandonar tu domicilio, deben contar con el permiso del dueño de la vivienda (INMIGRAR). Por último, la opción de quienes se oponen a las invasiones de negros y de arabo-islámicos no se tapa con insultos de racismo y xenofobia.
Se hace preciso seguir oponiéndose a esta burda y gigantesca mentira de lo inocuo y de la riqueza que nos aportan estas migraciones masivas y la acogida inidscriminada de refugiados, incluso hasta caer aniquilado, antes de que nos conviertan en ganado, conducido al matadero, tirado del ronzal. El multiculturalismo es la muerte de los pueblos, Japón, China, Corea y otros pueblos han sobrevivido gracias a su sociedad homogénea y monocultural. Los apóstoles del multiculturalismo –que alientan, incitan y animan las invasiones de extranjeros, las migraciones masivas– son los primeros en ponerse a buen recaudo cuando los africanos de la negritud y arabo-islámicos invaden sus ciudades, sus barrios y sus pueblos. Asimismo, los que escriben en periódicos, en libros, disertan y alaban la riqueza que nos aportan las migraciones masivas y los refugiados, son los primeros en ponerse a salvo de la llegada de las turbas negroides y arabo-islámicas. Ellos y los suyos. ¿Conoce Gloria Núñez –o acaso ella misma– a alguien que sea proclive a estas invasiones y viva en algunos de los guetos que se están formando? Son los llamados multiculturalistas de salón, o a la violeta. La propia izquierda, mucho pedir la desaparición de las fronteras, la legalización de los que llaman «sin papeles», su nacionalización, pero que los socialicen las clases obreras y poco pudientes que viven en contacto con los invasores. Ellos forman la llamada «izquierda acomodada». A esos multiculturalistas a la violeta, incluido a Gloria Núñez, que se hagan con un ejemplar de ‘El Campamento de los Santos’, del francés Jean Raspail. Son 450 páginas de sobresalto en sobresalto. Es un libro de lectura obligatoria.