Como cada año, desde Fundación Cruz Blanca nos sumamos este día 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Seres Humanos, a las reivindicaciones contra esta violación de derechos humanos, que en la actualidad afecta ya a más de 40 millones de personas en el mundo.
En este año 2020 en el que todo el planeta se ha visto puesto en jaque por el COVID-19, no queríamos dejar pasar la oportunidad de visibilizar la realidad de las personas víctimas de trata de seres humanos en este contexto. Si todas estas personas víctimas del delito son ya de por sí invisibilizadas, la alerta sanitaria ha acrecentado esta situación. A pesar de la implementación de restricciones y nuevas medidas derivadas del estado de alarma en España y en gran parte de los países del mundo, así como el cierre de fronteras para frenar la propagación del virus, se ha podido constatar que no se ha producido una disminución de la actividad delictiva de las redes de trata.
Durante estos meses, Fundación Cruz Blanca ha seguido trabajando, reinventándose y adaptándose, para no dejar a ninguna persona atrás. En todo el territorio nacional, 21 personas víctimas de trata de seres humanos o en situación de explotación han sido acogidas en nuestra Red de Viviendas, durante el estado de alarma. Un 69% de las solicitudes de ingreso en vivienda de todo el año 2020 se han producido en este contexto. Cerca de 80 mujeres nuevas han solicitado el acceso a nuestros programas, sumándose así a las ya 170 acogidas en el primer trimestre del año.
Desde el Programa O’Cambalache de atención a mujeres en situación de prostitución y/o víctimas de trata de seres humanos también presente en nuestra ciudad, hemos continuado atendiendo a estas mujeres de manera telefónica hasta que las medidas sanitarias nos han permitido ir retomando las actividades que desarrollamos asiduamente (visitas a puntos de ejercicio de prostitución en calle y pisos en Ceuta, actividades en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, etc.).
Nos preocupa verdaderamente la situación que están viviendo las mujeres transfronterizas que se encontraban en situación de prostitución en la Ciudad y que, por el cierre de la frontera, se encuentran en una situación de vulnerabilidad grave tanto en su país de origen, como en Ceuta.
En definitiva, durante este periodo nos hemos encontrado numerosas situaciones de aumento desprotección, discriminación y exclusión. Resaltamos también que estas situaciones han sido sufridas por víctimas de otras formas de trata distintas a la explotación sexual, como trata con fines de explotación laboral en sectores agrícolas o en el servicio doméstico. Todas estas personas, independientemente de los fines de su explotación, se han visto obligadas a llevar a cabo distintas actividades, sufriendo mayor aislamiento y mayor exposición al virus.
La consecuencia de este confinamiento generalizado y aislamiento derivado para las víctimas se trata de, en muchos casos, una mayor dificultad de acceder a los recursos de detección y protección. Esta imposibilidad de acceder a recursos especializados, a recibir atención médica y psicológica, las exponen a una revictimización; mientras que las redes de trata se han asegurado un mayor control.
Son por todos estos motivos, que en el Día Mundial contra la Trata de Seres Humanos, desde Fundación Cruz Blanca instamos a las autoridades competentes a ahondar en el trabajo de protección a las víctimas, creando nuevas políticas e instrumentos, que sean canalizados a través de una Ley Integral que contemple todas las formas de explotación y a todas las víctimas, para dotar de coherencia a nuestro ordenamiento jurídico, actualmente fragmentado y disperso; que aboca a situaciones de exclusión y mayor vulnerabilidad en contextos complejos como los que vivimos a día de hoy.
Tal y como señalaba el Grupo de Expertos contra la Trata (GRETA) del Consejo de Europa al inicio de la pandemia “en tiempos de emergencia, los derechos y la seguridad de las víctimas de trata tienen que ser respetados y protegidos”.