La Asociación Unificada de la Guardia Civil llevó a cabo una charla-coloquio con algunas de las personas que desarrollaron una labor social y humanitaria durante la crisis migratoria. Germinal Castillo, Víctor Ríos, Sabah Ahmed, Isabel Valriberas, son algunas de las personas que han participado en esta mesa
En la tarde del martes, el Salón de Actos de la Federación de Fútbol de Ceuta acogió una charla-coloquio organizada por la delegación en Ceuta de la Asociación Unificada de la Guardia Civil en el contexto del primer aniversario de la crisis migratoria y humanitaria que tuvo lugar durante los días 17 y 18 de mayo del año pasado. El acto estuvo coordinado por el periodista Antonio Martín.
La AUGC ha querido reconocer de este modo la extraordinaria labor social y humanitaria desarrollada en las áreas de responsabilidad que se vieron implicadas en este hecho que quedará grabado en la memoria de la sociedad ceutí. Entre los invitados se encontraba Germinal Castillo, del Departamento de Salud, Socorros y Emergencias y portavoz de Cruz Roja Ceuta; Víctor Ríos, director general de Protección Civil y Emergencias; Juan Fernández, secretario general de la AUGC; Sabah Ahmed, empresaria y activista social, galardonada con el premio ‘María de Eza’ a la mujer ceutí del año 2022; Isabel Valriberas, decana del Ilustre Colegio de Abogados de Ceuta; Ramón Caudevilla, inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía y jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Ceuta; Jesús Lopera, director territorial del INGESA; y Nabila Alí, de Fundación SAMU.
Todos los invitados e invitadas pudieron recordar cómo se vivieron estos momentos desde su trinchera. Lopera lo recuerda como un día de «alta tensión y muchísima incertidumbre» y asegura que fue un «suceso inesperado», añadiendo que el número de personas fue «incesante a lo largo de muchísimas horas». En el ámbito sanitario, cuenta que lo ocurrido no es demasiado habitual, «porque aunque se tenga experiencia en el manejo de catástrofes, la realidad es que para poder hacer frente a una situación, el tema tiene que estar previamente estabilizado».
Por su parte, Ríos se fue a la madrugada del día 17 de mayo al momento preciso en el que empezaron a registrarse las primeras llamadas del grupo de trabajo del 112 que alertaban de la llegada de las primeras personas. «Las primeras llamadas fueron el domingo por la noche en el paso fronterizo de Benzú y el Tarajal», recuerda, remarcando que el «peor» día fue el lunes tarde noche, cuando veían «desde Martínez Catena hasta el Monte Hacho lleno de gente sin rumbo». En cuanto a los refugios improvisados, Cruz Roja hizo un sondeo de las personas que estaban en la calle, «para que no se provocaran incendios forestales e incidentes en la calle».
Germinal, emocionado, describe la situación como «anómala» y señala que vino «a llover sobre mojado». Días antes del 17 de mayo, a finales de abril y con un temporal, recuerda que más de 200 personas pasaron por la frontera del Tarajal, aludiendo a un preludio de lo que fue la crisis migratoria y humanitaria. Lo que a Castillo le hizo entender la gravedad del asunto fue cuando vio cómo pasó una familia con una toy con tres menores. «Cuando eso pasa es porque algo está ocurriendo. Nadie en su sano juicio hace eso», refiriéndose a subir a sus hijos a una barca hinchable. «Fue la mayor crisis humanitaria a la que hemos tenido que hacer frente. Si hubiese que describir esos días, fueron días duros, pero si hay que analizarlos, fueron días en los que la solidaridad afloró. Nadie dijo: no contar conmigo», presume el de Cruz Roja, reflejando que todas las personas que actuaron esos días lo hicieron «porque no sabían que era imposible, estuvieron mucho más que a la altura».
Caudevila ponía el nombre de «trinchera humanitaria» al encuentro de «criaturas llorando, con hambre, desorientados, tenerlos que meter en naves en esos primeros momentos, hacinados«. Agradece a Cruz Roja el sacrificio realizado y admite que fueron días difícil y que «la historia dirá lo que se pasó en esos días en Ceuta».
Nabila Ali, de Fundación SAMU, recuerda los peores momentos: «fue muy duro y se pasó bastante mal». Para ella, son unas heridas que a día de hoy siguen sin cerrar, porque lo que vivimos se queda en ellos. «Había niñas y niños que venían solos, el 80% eran vulnerables que tuvieron que abandonar su casa para empezar de cero, algunos engañados mediáticamente», recuerda, aún sin entender el motivo.
A la decana del Colegio de Abogados no solo le afecto en lo personal como ciudadana de Ceuta, sino también en lo profesional. Cuenta que esos días tenía el teléfono disponible 24 horas al día y que no rechazaba ninguna llamada. El equipo de Valriberas se vio obligado a formarse en el tema de menores como no lo había hecho hasta el momento a raíz de una situación sin precedentes.
Sabah, que ya había acogido a una gran cantidad de personas a causa de la pandemia, volvió a verse desbordada. Por más empeño que le pusiera a la solidaridad, era imposible atender a todo el mundo: «sentí miedo, porque veía que era una masacre humanitaria». Cuenta que había gente que nunca había estado en Ceuta y que la primera noche lo único que fueron a hacer fue darles mantas.