Procedentes de Marruecos, Argelia, Ghana y hasta la India, diez residentes del CETI han puesto rumbo a la Península esta mañana. No conocen sus destinos, pero todos afirman estar emocionados y un poco nerviosos por lo que se encontrarán al cruzar el Estrecho. Son nueve hombres y una mujer, esta última víctima de violencia de género, que ven en la Península la oportunidad de encontrar un futuro
A pesar de las mascarillas, las sonrisas han podido apreciarse esta mañana en el Puerto de Ceuta, donde diez residentes del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), esperaban impacientes a embarcar en un ferry que, para ellos significa una nueva vida llena de oportunidades.
Nueve hombres y una mujer procedentes de Marruecos, Argelia, Ghana y la India, que llevaban desde dos meses hasta mas de un año en el CETI y que hoy han comenzado un nuevo viaje, sin saber cual será su próximo destino.
«Estoy muy nervioso«, cuenta a El Foro de Ceuta uno de los jóvenes marroquíes que han viajado hoy. «Estoy contento, me han tratado muy bien», nos explica otro residente que, desde la India, viajó a Marruecos para después llegar a Ceuta y hoy, por fin, cumple su sueño de ir a la Península tras nueve meses en el CETI.
España, la única salida para Malika, una víctima de violencia de género
Malika, la única mujer que ha sido trasladada a la Península este jueves es una víctima de violencia de género, que llegó a nuestra ciudad huyendo de la situación que vivía en Castillejos, su lugar de origen.
Una vez aquí, llegó la pandemia, y quedó atrapada en Ceuta. Gracias a la ayuda de Sabah, la mujer que la acogió en su casa durante un año, Malika ha conseguido salir adelante. Hace tan solo dos meses, comenzó a residir en el CETI.
Durante el tiempo que lleva en España, Malika ha limpiado casas, cosido y cocinado, ha trabajado de todo lo que ha podido para poder enviar dinero a sus hijos, que siguen en Castillejos. Con seis hijos, el menor de ellos de nueve años, y la situación de pandemia, Malika ha abandonado Ceuta con una sensación agridulce, ilusionada por buscar una vida mejor, pero triste de no poder llevar consigo a sus hijos con los que espera encontrarse pronto.
«Ojalá en algún momento pueda reunirme con ellos pronto«, nos cuenta unos minutos antes de pasar la puerta de embarque, mientras se despide de Sabah, su mayor apoyo durante el año que lleva aquí.