La diferencia entre acoso sexual y acoso laboral no siempre está clara, pero es muy necesaria para identificar el problema ante el que se está. Begoña Marugán, profesora de la universidad Carlos III de Madrid, ha sido la encargada de esclarecer estos supuestos a través de una perspectiva analítica y remontándose a los orígenes de ambos acosos.
La profesora ha empezado su exposición destacando los principales problemas que dificultan la comprensión y diferencia entre acosos sexual y acoso laboral. Existe un problema nominal que aleja el término de lo que verdaderamente es: “pocas veces se habla de “acoso” en plural, tiende a individualizarse y en realidad deberíamos hablar de acosos porque son múltiples y variados”. Además, se suma la escasa definición del término en la normativa española que ha mejorado, pero aún deja bastante que desear, ha calificado la sociología.
El Estatuto de los Trabajadores introduce el termino de “acoso laboral” pero no posee una definición propia. Es la disciplina psicológica quien lo define: «proceder de manera sistemática por una o varias personas y contra otra persona de manera hostil y sin ética; sistemática y mantenida en el tiempo.” Eso incluye los ataques verbales y acciones de aislamiento, como por ejemplo ignorar a la persona trabajadora.
Por todo ello, las características que recoge el acoso laboral son las siguientes: se produce de manera frecuente y con cierta asiduidad, perdura en el tiempo (más allá de seis meses), el comportamiento del acosador debe atentar contra la dignidad de la persona y querer hacer daño, no posee una naturaleza sexual y los orígenes pueden ser muy variados desde malas relaciones humanas hasta cuestiones de envidia o falta de comunicación. No todo el conflicto laboral es acoso.
Acoso discriminatorio
El acoso discriminatorio puede ser sexual o por razón de sexo.
La Ley Orgánica 3/2007 define lo que es el acoso sexual: “cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo”.
Según explica la profesora, hay muchas personas que están siendo acosadas, pero no lo saben porque está normalizado. El acoso siempre es violencia, pero no toda la violencia siempre es acoso (hay excesos de autoridad que no tienen que ver con el acoso). Es necesario diferenciar para que se sepa lo que está ocurriendo en cada caso.
Por ello, Marugán procede a explicar los rasgos del acoso sexual, diferentes que las del acoso laboral: hay un origen de desvalorización de las mujeres y del trabajo femenino al considerar el ámbito laboral como un espacio masculino. También es importante señalar que la mayoría de los acosadores son hombres y de las victimas mujeres (99,7%).
El acoso laboral y el acoso sexual pueden tener las mismas consecuencias como depresión, ansiedad, falta de autoestima, problemas de sueño, aislamiento social… pero no parten de unas mismas causas y están regidos de maneras diferentes. Además, no abarcan el mismo ámbito de competencias (Comité de Salud y Seguridad para el acoso laboral y una Comisión de Igualdad con personas especializadas en cuestiones de género para el acoso sexual). Otra diferencia está en el carácter grupal del acoso laboral y su reitero en el tiempo, mientras que el sexual no.
Acoso de segundo orden
La profesora ha querido hacer una mención a la idea de “acoso de segundo orden”, que consiste en desenvolver una violencia física o psicológica contra las personas que apoyan a las víctimas de violencia machista.
El acoso se oculta, por ello, es necesario el apoyo de los movimientos feministas y las organizaciones a favor de los derechos humanos: “el acoso es un problema de derechos humanos”.
El acoso sexual viene desde hace tiempo, prosigue Marugán, “lo hemos visto en relatos como el de Nevenka del 2001, por lo tanto, no es nuevo a pesar de que tenemos formas nuevas como el ciberacoso”. Acoso sexual no es solo una cuestión estadística, sino que el origen está asentado en la dominación masculina y el control del cuerpo de las mujeres. Se da en todas partes: “El acoso sexual se parece más a una violación que a un acoso laboral”, ha manifestado Begoña Marugán.