Familias, más o menos pudientes, que esperan que llegue la muchacha de Marruecos para irse a trabajar, para que se pueda quedar con los niños, hacer la comida y el resto de las tareas del hogar. Es una escena muy típica de la sociedad ceutí que con los años se ha ido extendiendo.
Muchas de estas mujeres llevan años trabajando en Ceuta sin contrato, sin cotizar, con las desventajas que eso supone. Lo hacen por un salario muy bajo, muy por debajo de lo que una empleada de hogar cobra en el resto de España, utilizando como excusa que eso, en Marruecos, es un dinero.
Los exhaustivos y necesarios controles que recientemente se están llevando a cabo en la frontera, están provocando que cientos de estas empleadas sin contrato no consigan llegar a sus puestos de trabajo. No tienen residencia, tampoco permiso para trabajadores transfronterizos, por lo que se les complica entrar en tierras españolas. Creo que es necesario incrementar los controles en la frontera en aras de la seguridad de todos, y esto conlleva restringir la entrada en la ciudad de marroquíes sin ningún tipo de acreditación. Algunos quieren que en la frontera exista seguridad, pero que su muchacha sin papales llegue a tiempo a casa.
Esta situación está haciendo que muchos ceutíes se lancen a regularizar la situación de sus empleadas domésticas. Hay casos de mujeres que llevan décadas trabajando en una casa y ahora van a tener ese derecho que les fue arrebatado. Por fin van a cotizar a la Seguridad Social y optar a una pensión el día de mañana; porque estas personas están trabajando en España, no en una ciudad sin ley.
No sé si alguien ha calculado la cantidad de dinero que las arcas de la Seguridad Social han perdido debido al fraude que durante años han desarrollado cientos de familias ceutíes. Personas trabajando sin dar de alta, por las que nadie ha cotizado y, por lo tanto, dinero que se ha perdido. Dinero que se podría haber invertido en muchas cosas para mejorar la calidad de vida de los ceutíes. Luego se escuchan quejas de despilfarro, o de si se gasta mucho dinero en inmigración, pero nadie piensa en el dinero negro que se ha quedado fuera de las arcas públicas por no cumplir con la legalidad.
Es triste que la seguridad en nuestra frontera y, por lo tanto, las dificultades de estas personas para llegar a su puesto de trabajo, sea lo que impulsa su regularización. Es desalentador que, durante años, estas personas hayan sido invisibles y nadie se haya preocupado de su dignidad. Sí, dignidad, porque es indigno que una persona trabaje décadas en un país europeo sin tener contrato y sin cotizar. Muchos y muchas ceutíes decidieron tratar a una trabajadora como en el tercer mundo para vivir por encima de sus posibilidades. Eso se tiene que acabar.