Marruecos lleva ya bastante tiempo (años) gestando una presión de reclamo sobre los territorios españoles de Ceuta y Melilla. Esto, no es nuevo. Y lo ha ido demostrando desde hace años desde diferentes formatos y posiciones.
Esto es, dicha presión ha estado en constante consonancia con una serie de acciones, movimientos y silencios como la repentina espantada del Jefe del Estado sin motivo alguno de la visita hace más o menos un año a la Ciudad de Ceuta que ni si quiera, se ha manifestado al respecto o la bajada de pantalones de la Delegación de Gobierno en forma de silencio cuando el Rey De Marruecos transitò a sus anchas con su lujoso yate por las aguas ceutìes y que, dicho sea de paso, son marroquíes aunque no se tenga constancia de ello.
El golpe maestro: un cierre de fronteras en el inicio de la pandemia que asfixia a su pueblo y a las ciudades autónomas mientras estrecha las relaciones con EEUU, Reino Unido e Israel que les están armando hasta los dientes y que ha hecho imponer, su papel geopolítico en el tablero del nuevo orden mundial de forma contundente.
La excusa sobre el acogimiento de Ghali líder del Frente Polisario, ha sido la excusa para dar un paso más al frente como el que ha dado entre estos dìas.
La permisividad e intencionalidad con la acción llevada a cabo en estos días con el empuje de personas hambrientas hacia Ceuta, ha demostrado una vez más la desfachatez, deshumanización y desprecio que siente hacia una ciudadanía marroquí azotada por la miseria que silencia desde la represión constante.
No es concebible de ninguna de las maneras como un Jefe de un Estado, un Rey Emérito como así se eleva Mohamed VI pueda lanzar al vacío de la maneras que lo ha hecho en la que se incluyen embarazadas, menores, bebés entre todos los perfiles sociales de su propio reinado. Es de señalar que desde las partes marroquíes, también deberían ir reflexionando, a pesar de las consecuencias, de qué clase de gestor del país necesitan.
El silencio nacional sobre los movimientos políticos de Exteriores que llevan sucediéndose desde hace años, la incapacidad de un Gobierno caballa degenerado y débil, de una Delegación de Gobierno incapaz e incompetente de luchar por los intereses de su pueblo junto a la pasividad de una sociedad cada vez más resignada, deriva en un engrandecimiento sobre la reclamación de los territorios del insaciable Mohamed VI, su cúpula y los buitres que tienen condicionándole como proceder desde Whasington e Israel.
Hoy más que nunca necesitamos de una sociedad unida, organizada y sensible a todo lo que nos atañe en la vida diaria y en un proyecto conjunto que mire a medio y largo plazo. No podemos llegar a aceptar los discursos separatistas que nos llegan desde la capital que tan sólo crean odio y confrontación en una población cada vez más distanciada; es de obligado cumplimiento dejar atrás todas las vicisitudes que nos han inculcado para enfrentarnos entre sí y empezar a madurar como conjunto. Hemos padecido una crisis social sin precedentes y la respuesta ceutí, sin lugar a duda ha estado a la altura de las circunstancias. No por la intervención gubernamental si no con la rápida organización que se ha establecido para dar solución sin pensar en el quíen y el cómo desde la ciudadanía y organismos sociales aunque se echaran en falta la presencia de muchos otros.
Una minoría sin fuerza apoyada por la presencia del humillado públicamente Santiago Abascal tan sólo ha intentado eclipsar una labor humanitaria que ha impactado en todo el panorama internacional. Ejemplo de ello, las vísceras soltadas por cada reparto que se llevaba a cabo o la impactante imagen de una jóven que demostró su humanidad abrazando a una persona negra.
Sin el sentimiento unitario de sociedad será difícil afrontar una ardua tarea de construcción hacia otro modelo de ciudad. Nuestra ciudad.
Los gobiernos (débiles) que hemos padecido tan sólo se han encargado de lanzarse insultos y achaques entre unos y otras sin afrontar ni solucionar.
Es por ello por lo que desde ya, aunque el ya sea tarde, debemos buscar espacios de encuentro para reclamar públicamente nuestra soberanía autonómica, española y empezar a despertar una identidad ceutí fuerte alejada de los confrontamientos culturales que tan sólo ofrecen grietas de quiénes quieren hacer negocio sucio.
Sólo la reflexión de una ciudad unida desde el temperamento, dedicación en la actividad política y social, fraternidad y lucidez nos rescatará del abismo.
Usar nuestra capacidad y nuestra energía en construir y no en desgastarnos en destruirnos, será clave para ello.