Los dos primeros testigos del juicio contra el exprofesor del San Agustín por abusos sexuales a menores aseguran que lo hicieron voluntariamente y defienden al acusado: “teníamos una relación de amistad con mucha confianza”
Los dos primeros testigos que se han presentado durante el juicio contra el exprofesor del San Agustín, que se enfrenta a más de 50 años de prisión por delitos sexuales con menores, son dos de los 13 menores de los que el acusado guardaba fotografías pornográficas. El primero, que tenía 15 años cuando sucedieron los hechos, ha querido exculpar en todo momento al acusado asegurando que todo sucedió bajo su consentimiento y que era plenamente consciente. El segundo lo mismo, diciendo que el acusado “es como de la familia” y que por eso utilizaban apelativos cariñosos, como “chato”, “gordo” o “mi amor”.
En su relato, el primer testigo ha explicado que con un grupo de amigos se pasaban “el día trabajando y nos invitaba -a cenar o a comer- para recompensarnos”, en restaurantes como El Refectorio o el Parador la Muralla, y que les invitaba a su domicilio, donde “a veces iba solo y otras acompañado”.
El joven, que no estudiaba en el San Agustín, pero era amigo de un grupo de alumnos, asegura que el profesor “nunca” le pidió que le mandara fotos y que si lo ha hecho, tal y como recogen conversaciones de WhatsApp expuestas puestas por la Fiscalía, lo hizo con su consentimiento. El joven, que asistía a clases de deporte en el colegio, formaba parte de la caseta de Feria de «Las Penas» y estaba en la Hermandad, contestaba a la representante del Ministerio Fiscal con actitud chulesca, aseguró que él lo hacía porque quería y que con esa edad “ya tenía cabeza” para mandar las fotos.
Además, durante su declaración aseguró que él sacaba las fotos con el móvil del A.B.D. y no al revés, en calzoncillos o con bañador tipo “turbo” -como así se refería el profesor en los mensajes de WhastApp-, en lugares como en su casa o en el Parador la Muralla. “Me hago fotos donde yo creo conveniente”, ha dicho. En la casa dice que les invitaba a cola-cao con leche y les llevaba a los entrenamientos si sus padres no podían llevarles.
Masajes, depilaciones y regalos
En cuanto a los masajes o las depilaciones que el acusado realizaba a varios los menores, en este caso el testigo indica que él se lo pidió, porque “hay zonas a las que no puedo llegar” y se lo hacía él porque “tenía confianza” y que se hacían masajes mutuamente. Sin embargo, la Fiscal ha recuperado una conversación de WhastApp en la que hablan sobre la depilación donde el acusado le dice que “no diga nada de que les depila, sabes que no me gusta”, algo que no recuerda, “aun así era mi intimidad, no la cuento”.
Sobre los regalos, el testigo cuenta que su profesor le regaló uno de esos bañadores, porque en “aquella época me gustaban esos bañadores”. Y sobre las diferentes fotos íntimas que les ha ido enseñando la fiscal, dice no recordar que se las haya hecho el acusado.
Expresiones como “cariño”, “te amo” o “si te vas me pongo celoso”
El joven ha indicado que el lenguaje cariñoso empleado en los WhatsApp como “cariño”, “vida mía”, “te amo” “te quiero” o “si te vas me pongo celoso”, es algo que emplea “a diario” con las personas a las que le tiene un “cariño especial”. Además, reconoce que mantenía conversaciones relativas a su vida sexual: “en aquel momento tuve mi primera relación y hablé con él de las cosas que no podía hablar con mis padres”. Hs contado que “más de una vez” le suministró preservativos.
A preguntas de la Defensa, ha relatado que para él y sus amigos “siempre ha sido una persona de confianza, con una relación de amistad con mucha confianza” y asegura que cuando no le veía le echaba de menos y que con sus amigos, también se decían lo de «si no te veo me pongo celoso». Para el testigo era algo “normal” porque tenía relación bastante cercana y afirma que sus padres conocían ese lenguaje y que mirando hacia atrás “no veo ninguna cosa rara”.
En su testimonio cuenta que el acusado tenía un Iphone y que “por eso cogíamos su teléfono para hacernos las fotos y son fotos que subíamos a redes sociales. Casi todas las fotos que hemos hecho con su móvil nos las hemos pasado”.
Segundo testigo
El segundo testigo, un exalumno del que el A.D.B. tenía fotografías, ha declarado en la misma línea que el primero contando por ejemplo que las invitaciones no eran tal y que “más que invitarme, se lo pedía yo, que me llevase al Muralla, y allí nos hacíamos fotos con su móvil”.
Sobre una de las fotografías mostradas, asegura no acordarse de quién se la hizo, porque hace 6 ó 7 años. Tampoco sabe si los bañadores se los había regalado Alberto a sus amigos, ya que «nunca lo comentaban». El joven asegura que tenía acceso al teléfono y a la clave de su profesor, afirmando que utilizaba su móvil “incluso en el colegio”. “Yo no tuve móvil hasta los 14, por eso le cogía el teléfono a Alberto”, ha dicho.
El juicio continúa
El juicio continúa esta tarde con la declaración del resto de testigos. Hay llamados a declarar hasta 13 de los menores, muchos ya mayores de edad, además de los investigadores y peritos judiciales que han formado parte del proceso.