Por Ana Trejo Pulido de Stop Vientres de Alquiler.
Uno de los deseos más profundos del patriarcado es apropiarse de la capacidad de procreación de las mujeres. Disfrazar esa apropiación y explotación de nuestra capacidad reproductiva de “técnica” y por extensión de “progreso”, “liberación” y “generosidad” no es más que otra artimaña del patriarcado para tratar de subyugarnos a través de la “supuesta” legitimidad que le confiere el sistema de ciencia y tecnología, en este caso a través de la tecno industria de la reproducción humana asistida.
El Comité de Bioética Español afirma que “La gestación subrogada se da cuando una mujer se presta a gestar un niño para, una vez nacido, entregárselo a la persona o personas que se lo han encargado y que van a asumir su paternidad/maternidad. Existen muchas modalidades para llevarla a cabo, en función de todas las variables que entran en juego. Lo que tienen en común todas las modalidades de gestación subrogada es la voluntad de privar de la condición de madre a quien ha dado a luz a un niño y atribuirla a otra u otras personas. Conviene recordar que la primera acepción de “Madre” que aparece en el Diccionario de la Real Academia es “Hembra que ha parido”, si bien la segunda amplía el alcance del término: “Hembra respecto de su hijo o hijos”.
Al igual que entendemos que una mujer no tiene que haber parido para ser madre, debemos insistir y recordar, una y otra vez, que la mujer que pare, SIEMPRE es MADRE.
Beatriz Gimeno explica muy bien porqué la maternidad subrogada no es una técnica en este par de vídeos que nos comparte nuestra compañera Annita Reyes:
Para Beatriz Gimeno la consecuencia de aceptar esta falacia es que podría llegar a considerarse todo embarazo, subrogado o no, como una técnica y que por tanto, nuestros embarazos, definidos así, dejarían de pertenecernos, quedando el control de este proceso en manos de terceros.
Desde mi punto de vista, esto ya está ocurriendo y de hecho pienso que es una de las razones por la que la práctica de los vientres de alquiler está encontrando aceptación.
Nuestros embarazos y partos no nos pertenecen totalmente. Están altamente medicalizados y tecnificados y en manos de un sistema médico, patriarcal y misógino que concibe el embarazo y el parto como un proceso en cadena. De aquí, a poner este proceso en cadena al servicio del mercado hay un pequeño paso. Durante nuestros embarazos muchas mujeres somos sometidas a violencia obstétrica, vulnerándose nuestro derecho a la salud materna y el derecho de nuestras criaturas a la salud primal. La violencia obstétrica es una violencia socialmente ignorada, silenciada e invisibilizada. Como sociedad, no somos aún conscientes de que tenemos derecho a embarazos, partos y nacimientos respetados, por lo que en este contexto, es fácil que se asuma como aceptable las condiciones que rodean la práctica de los vientres de alquiler, que es pura violencia y enajenación de nuestros embarazos.
El embarazo forma parte de nuestra sexualidad y es un proceso de gran impacto y trascendencia vital para las mujeres, con independencia de si la concepción se ha producido de manera natural o mediante la utilización de técnicas de reproducción humana asistida (TRHA). Por este motivo es muy importante cambiar el lenguaje con respecto a este tema y definir este fenómeno de la subrogación como lo que realmente es: explotación reproductiva de mujeres y mercado de bebés, a la carta y con control de calidad.
Por lo tanto, si hablamos de explotación reproductiva:
- No deberíamos hablar de “padres/madres comitentes o intencionales”, sino de CLIENTES o COMPRADORES que explotan a mujeres para adquirir bebés.
- No deberíamos hablar de “gestantes” o “gestantes subrogadas”, sino de MADRES EXPLOTADASque pierden a sus CRIATURAS.
Como bien explica Yolanda Rodríguez Villegas, hablamos de explotación “porque las condiciones en las que las mujeres “subrogan” su capacidad reproductiva (…) tienen que ver con la necesidad, la precariedad, la feminización de la pobreza, la falta de oportunidades, la violencia….y ¿qué es lo que tenemos en común la mayoría de las mujeres: esa capacidad reproductiva, entonces, qué es lo que podemos subrogar, alquilar, vender, si no tenemos otras opciones, no ya para sobrevivir, sino para vivir dignamente? Pues nuestro cuerpo (explotación sexual y explotación reproductiva)”.
Kajsa Ekis Ekman señala que en los medios de comunicación se habla de subrogación como “una manera de tener hijos y no una manera de perderlos”, a pesar de ser esto, precisamente, lo que separa la subrogación de cualquier otra forma de reproducirse. La perspectiva ofrecida por los medios de comunicación es generalmente la de los compradores; sus sentimientos y sus deseos, que son planteados como “necesidades”. Las madres siguen siendo anónimas, como si fueran trabajadoras en una fábrica de bebés. Para Kajsa los vientres de alquiler suponen un flagrante delito contra los derechos de las mujeres y los niños.
“En la subrogación los hijos pierden a su madre y las madres pierden a sus hijos”. No es una técnica, es un atropello a la dignidad y a los DD.HH.
Así que hablemos claro, porque el lenguaje importa y mucho, y es una de las estrategias de quienes quieren legitimar esta práctica copando el discurso de la opinión pública con palabras edulcoradas: la maternidad subrogada no existe, lo que existe es explotación sexual reproductiva y venta de bebés. Los ricos compran, las pobres venden. Como afirma Ekman, “no hay nada progresista, ni posmoderno en esta práctica”, no hablamos de nuevas formas de familia, sino de “la misma vieja explotación de la mujer y de los pobres” con la novedad de que ahora se utilizan las TRHA e Internet, para desarrollar un negocio que se sustenta en la explotacion reproductiva de las mujeres más vulnerables y cuyo objetivo es la venta de bebés a nivel global.
Fuentes:
- Informe del Comité de Bioética de España sobre los aspectos éticos y jurídicos de la maternidad subrogada.
- ¿Por qué lo llaman altruismo cuando se trata de explotación?
- Cristiano Ronaldo, la mujer no es una fábrica