Esta mañana las puertas del Palacio de la Asamblea han sido testigos de un espectáculo esperpéntico. La negación de la existencia de un problema estructural llamado patriarcado, que cimienta las bases de un sistema machista que tiene su máxima expresión en la violencia de género o violencia contra las mujeres, es mezquino y un problema serio para una sociedad democrática.
La Asamblea de Ceuta aprobó en el último Pleno, con los votos del Partido Popular y de Vox, guardar un minuto de silencio por cada asesinato que se diera en el ámbito familiar. En contra votaron el PSOE y los localistas de MDyC y Caballas.
El pasado lunes un hombre mató a su hermano, en la misma semana que dos hombres han matado a sus parejas o exparejas, mujeres. En lo que llevamos de año, tan sólo 24 días, cinco mujeres han sido asesinadas por violencia de género. En los últimos 17 años, desde que se tienen estadísticas (año 2003), 1038 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, todos hombres. Algo que se puede comparar con los asesinatos del terrorismo de ETA, que se empezaron a contar en 1968 y cesan en 2010, en más de 40 años de existencia ETA mató a 853 personas, 173 personas menos que la violencia machista en 17 años.
El número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas es escandaloso, pero en la violencia de género no están contabilizados todos los asesinatos machistas. A fecha 4 de diciembre de 2019, 99 mujeres fueron asesinadas por hombres en nuestro país, y fueron asesinadas por ser mujeres. Algunas habían salido a correr, otras habían quedado con una cita, otras simplemente caminaban por la calle o habían ido al supermercado. La realidad es que en España, cada día las mujeres son violadas, acosadas y asesinadas por hombres, por el hecho de ser mujeres.
Hoy en Ceuta hemos asistido a un espectáculo peligroso y esperpéntico. Se ha guardado un minuto de silencio convocado institucionalmente por un asesinato fraticida ocurrido en Burgos el pasado lunes y según ha informado la Ciudad Autónoma, también por el asesinato de un hombre a manos de su hijo, también varón, en Sevilla.
Ceuta se ha convertido en el laboratorio de quienes niegan la violencia machista como un hecho estructural. Ceuta ha sido testigo del primer minuto de silencio que se celebra en nuestro país por un «asesinato intrafamiliar».
Este hecho es peligroso porque desvirtúa la lucha contra la violencia de género que se desarrolla desde todas las instituciones democráticas de este país. Es peligroso porque equipara un asesinato entre iguales a los crímenes que cometen los hombres contra las mujeres por ser mujeres. Es peligroso además, que el Gobierno de la Ciudad Autónoma haya apoyado esta iniciativa negacionista que elimina de un plumazo las causas estructurales de la violencia machista.
Es esperpéntico y peligroso que se niegue que hay un problema estructural y que se niegue que cientos de miles de mujeres en este país y en todo el mundo son víctimas del sistema patriarcal, que da poder – simbólico y real- a los hombres y que les educa para ser dueños del mundo por supuesto, de las mujeres. Negar que hay un problema social, negar que hay un problema educacional y cultural en lo relacionado a la violencia contra las mujeres, es ir contra las instituciones nacionales e internacionales que explican las causas y por qué éste tipo de violencia debe ser tratado y expuesto ante la sociedad de una manera diferenciada.
Es peligroso e inmoral que la Asamblea de Ceuta haya permitido que en su seno se permitan los discursos que negacionistas de la violencia machista, porque a nadie se le ocurriría permitir un discurso negacionista sobre los asesinatos de ETA o sobre el Holocausto Nazi.
Es terrible para las miles de víctimas del terrorismo machista perder la confianza en las Instituciones, de quienes esperan el respaldo moral, legal y administrativo para poder salir del ciclo de la violencia. Es terrible para las víctimas de la violencia machista en Ceuta que se haya permitido a quienes niegan esta lacra tener un protagonismo completamente institucionalizado.