La entrada de la extrema derecha en las instituciones le ha dado un altavoz desde el que trata de legitimar el discurso cómplice que niega la existencia de la violencia machista. El eslogan principal es “condenar la violencia contra cualquier persona”, para vestir el negacionismo de una falsa “igualdad” que vamos a desmontar en este artículo
Cuando se habla de violencia machista o violencia de género, responder diciendo que se condena la violencia que cualquier persona ejerza contra cualquier persona por la razón que sea, se traduce en lo que no se quiere condenar y repudiar la violencia que, específicamente, sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres. Todo lo demás es barro para desviar los focos de este trampantojo que juega con la falsa idea de “igualdad”. Nadie en su sano juicio va a estar en contra de que todas las personas sean iguales ante la ley y que, por tanto, hombres y mujeres que asesinan reciban el los mismos castigos. La cuestión es que eso ya sucede en nuestro país porque vivimos en un estado de derecho regulado por leyes.
Si alguien que ha estado los últimos 5 años congelado despierta y ve que hay un partido político que cree necesario condenar la violencia en sí misma y los actos violentos “contra las mujeres y contra cualquier hombre, niño o anciano” por razones de “de nacimiento, sexo, edad, raza o ideología” (y añadimos “orientación sexual”, que se les ha olvidado), podría asustarse y pensar que la dictadura franquista ha vuelto mientras hibernaba y con ella han vuelto también los secuestros, las torturas, las desapariciones o las ejecuciones.
Por suerte, no es el caso, y gracias a la sangre, el sudor y las lágrimas de mucha gente, insistimos en que en España vivimos bajo un sistema de leyes que entre otras muchas cosas, previene, persigue, juzga y condena múltiples formas de violencia para que no nos andemos matando unas a otras.
Pongamos un ejemplo de lo absurda que resultaría esta postura que adopta Vox con la violencia machista si la comparamos con otro tipo de delito:
Nuestras leyes también penan los atracos. No parece que resulte muy necesario actualmente en nuestro país que un partido político se erija como el adalid de quienes están en contra de los atracos, sea quien sea la persona que los sufre. Pero, si se produjese, como ya ha ocurrido alguna vez, una oleada de atracos masivos y violentos en joyerías de toda España, ¿tendría sentido condenar, específicamente, los atracos en joyerías? ¿tendría sentido proteger a las joyerías de la violencia que sufren? De hecho, es algo que también ha pasado. Suponemos que Vox condenaría los atracos y apoyaría que se concentrasen esfuerzos en proteger específicamente a estos negocios. Resultaría estrambótico ver a alguien poner el grito en el cielo diciendo que también habría que condenar los atracos en “cualquier tipo de establecimiento” para no discriminarlos. “En las panaderías también roban”, “el consenso progre no protege a las casas de apuesta”, “¡joyenazi!”, desde luego, sería digno de presenciar.
Podríamos seguir con la chanza de lo absurdo que resulta condenar la violencia en sí misma en la España de 2020, pero las 41 mujeres que, según la estadística oficial, han sido asesinadas en lo que llevamos de año y que nos vuelven a recordar el trabajo que todavía queda por hacer, merecen muchísimo más respeto.
Falta mucho para conseguir que las mujeres en este país se sientan seguras cuando corran el riesgo de verse expuestas a situaciones de violencia. Quedan infinidad de pasos que dar en materia de protección, asistencia e integración de las víctimas de violencia de género, ya sean las propias mujeres o sus hijos e hijas. Todavía hay que conseguir que se reconozcan y reciban la atención que merecen multitud de violencias patriarcales. No estamos para perder el tiempo con quien lo único que busca es polemizar, dividir y confrontar para sacar réditos políticos.
Si de verdad en Vox condenan y se oponen a toda clase de violencia contra cualquier persona por las razones que sean, nosotras nos alegramos porque la ultraderecha española esté evolucionando. No ser violentos con el prójimo, aunque no sean como tú quieres que sean, es un paso. Condenar a quien ejerce violencia sobre otra persona, es otro que todavía no han dado con la historia reciente de nuestro país. Que no se detengan, que sigan caminando, que ya les queda menos para llegar al siglo XXI.
Aquí la única extrema es la vuestra, la que quema contenedores y turismos, apedrea escaparates, apaliza a los que no votan como vosotros. Los fascistas sois vosotros, los nietos de aquellos que violaban monjas, profanaban iglesias y cementerios. Todo antes de iniciar sela guerra, en 1931, los fascistas sois vosotros.