Vaya por delante mi negativa a reivindicar este 8M a pie de calle… no obstante, me desconcierta el debate público generado en torno al colectivo feminista, que de nuevo, vuelve a estar en el punto de mira de quienes incluso han llegado a culparnos de la expansión de la pandemia.
La/os misma/os que envuelta/os en banderas se concentraban en Plaza Colón para protestar contra las medidas impuestas por el Gobierno, la/os que pancarta en mano y con retahíla de bulos incluida se manifestaron en protesta de la Ley Celaá, la/os que a golpe de cacerolas recorrían el barrio de Salamanca saltándose las restricciones vigentes, la/os que el pasado domingo tiñeron de verde Sevilla poniendo el acento en una cuestión tan irrelevante como es el Estado de las Autonomías piden cordura y respeto el 8 de marzo.
Los sindicatos policiales también salieron a la calle para denunciar el abandono de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña como también se concentraron ante el Congreso de los Diputados para exigir una equiparación salarial.
Las calles también fueron ocupadas por diversos colectivos que reivindicaron sus derechos como el sector hostelero, el agrícola, o el de la tauromaquia entre otros muchos.
Se han llegado a concentrar 300 neonazis para homenajear a la División Azul con proclamas antisemitas y alegatos xenófobos incluidos, en el que además se instó a los allí presentes al incumplimiento de las normas socio-sanitarias establecidas.
Llegados a este punto yo me pregunto ¿Por qué estas concentraciones no suscitan la rabia ni la indignación de quienes a priori ya ha criminalizado al movimiento feminista?
Doble moral y vara de medir la de aquellos partidos políticos, colectivos, asociaciones y particulares que permanecían en silencio mientras permitían y apoyaban algunas de estas concentraciones y hoy ponen el grito en el cielo ante la inminente protesta feminista.
Todos y cada uno de los arriba mencionados tuvieron la oportunidad de ejercer un derecho fundamental tal y como regula nuestra Constitución, a pesar de que en muchas de esas manifestaciones o concentraciones no se hizo compatible esa necesidad vital de preservar la salud con el ejercicio de ese derecho fundamental.
A pesar de tener el firme convencimiento de que la vía pública es un espacio de participación política y de que muchos de esos derechos que hoy gozamos han sido conseguidos en ella, considero que ante la situación epidemiológica que atravesamos no es prudente ni acertado asistir a movilizaciones este 8M por eso serán muchas y diversas las iniciativas reivindicativas que nos permitan alzar la voz en pro a la igualdad de género, pero ¿Dónde queda la prudencia, la cordura, la sensatez y la moderación de las/os participantes a algunas de las concentraciones o eventos culturales llevados a cabo? ¿Estaban estas exentas de contagio masivo?, ¿No había en estos casos expansión de la pandemia? …
Es evidente que una vez más se produce un ataque deliberado y discriminado contra el Feminismo en general y contra las feministas en particular. Se vislumbra una creciente ola de odio contra esta corriente. Un enfermizo empecinamiento en desgastar a este colectivo con mantras en los que se nos tacha de misándricas y hembristas entre otras muchas lindezas.
Ante este clima social tan convulso surgen bochornosas campañas e iniciativas antifeministas del tipo “Tú no me representas” o “No en mi nombre”. Voces soberbias de mujeres que pretenden oprimir y silenciar otras voces, que descontextualizan el verdadero significado y sentido del feminismo, que imponen su criterio y condiciones ante algo tan indigno como es el machismo…ese que oprime, que enmudece, que somete, que viola, que hiere, que domina, que subordina, que explota, que invisibiliza, que mata… Pero a pesar de ello, y con la mochila repleta de la incomprensión y el desatino de quienes siguen sin querer entender que el feminismo defiende la igualdad en aspectos sociales, culturales y económicos entre mujeres y hombres, sin menosprecio alguno al género masculino y que su meta no es otra que lograr la equidad de derechos entre ambos sexos, seguiremos haciendo camino.
Así que no, no tomaré la calle pero habrá lugar y espacio para reivindicar nuestro derecho a la vida en igualdad de oportunidades y a hacerlo con dignidad, plenitud y libres de miedo porque como puntualizó Audre Lorde “No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”.