El ascenso a Segunda División se celebra con emoción en una recepción oficial cargada de simbolismo
Ceuta, 18 de mayo de 2025 — El júbilo que horas antes inundó las calles del centro de Ceuta, con cánticos, bengalas y un autobús descapotable surcando la ciudad desde la Plaza de la Maestranza, encontró su momento más solemne en el corazón institucional de la ciudad: el Salón del Trono del Palacio de la Asamblea. Allí, entre aplausos, emociones contenidas y discursos desde el alma, el AD Ceuta fue homenajeado por haber alcanzado un logro histórico: su ascenso a la Segunda División del fútbol español.

La ceremonia comenzó con la intervención del guardameta y uno de los capitanes del equipo, Pedro López, quien, visiblemente emocionado, rompió el protocolo para hablar “desde el corazón”. Agradeció al equipo, al cuerpo técnico, a la dirección deportiva encabezada por Edu Villegas, y a toda la afición. “Esto solo se consigue estando todos juntos. Lo que estamos viviendo es algo que no os imagináis”, expresó entre lágrimas y vítores.

Le siguió el presidente del club, Luhay Hamido, que, fiel a su estilo, habló sin papeles y con la pasión que lo caracteriza. Agradeció a sus padres “por la educación y los valores”, a su junta directiva “por tanta pasión y esfuerzo”, y dedicó unas palabras especialmente sentidas a la afición: “El alma de este club. Esto es por y para ellos”. Hamido extendió su gratitud a instituciones, medios y cuerpos de seguridad, sin olvidar al presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Vivas, a quien reconoció como uno de los pilares del sueño. “Confió en mí cuando esto era solo una ilusión. Le dije que llegaríamos al fútbol profesional, y aquí estamos”.
Juan Vivas, encargado de cerrar el acto, no ocultó su emoción. Recordó cómo hace más de dos décadas imaginaba un momento como este. “Hoy celebramos una proeza enorme. El Ceuta está en la división de plata”, proclamó con orgullo. Elogió la figura de Hamido como “un líder como la copa de un pino” y tuvo palabras llenas de admiración para el técnico José Juan Romero, a quien calificó como “sabio, íntegro y ejemplar”.
Finalmente, se dirigió directamente a la plantilla: “Nos habéis regalado el júbilo, la emoción. Os queremos y estaremos siempre agradecidos”.
Por una tarde, el Salón del Trono se transformó en un estadio sin césped pero lleno de pasión. No hubo silbatos, pero sí el eco de una ciudad entera rendida ante su equipo. Ceuta, más que nunca, vibra en blanco y negro.
