Expertos de la Universidad de Sevilla y la Fundación Biodiversidad colaboran en un plan para frenar la expansión del alga asiática Rugulopteryx okamurae en las costas de Ceuta. Aunque su erradicación total es inviable, se trabaja en la contención de la especie para proteger los ecosistemas locales. Esta invasión afecta tanto al ecosistema marino como a los recursos pesqueros, poniendo en peligro a diversas especies autóctonas y la actividad económica de la región
Hoy, a las 9:30 horas, el consejero de Fomento, Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Alejandro Ramírez, inauguró una jornada técnica sobre la estrategia de control del alga invasora asiática Rugulopteryx okamurae en el área marítimo-terrestre del Monte Hacho. Este evento, desarrollado en la biblioteca Adolfo Suárez, tiene como objetivo compartir estudios científicos relacionados con la biodiversidad marina y analizar el impacto y control de esta especie. La jornada forma parte de un convenio entre la Ciudad de Ceuta, la Universidad de Sevilla, y la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica.
Ramírez explicó que, desde el 2017, se llevan a cabo trabajos de investigación en torno a especies marinas para poder aplicar políticas efectivas que mitiguen los efectos de especies invasoras como esta alga. También se ha trabajado en la protección de especies en peligro de extinción, como la Patella ferruginea (lapa), permitiendo que se tomen medidas correctivas para minimizar los daños en el ecosistema.
En cuanto a la estrategia para contener el Rugulopteryx okamurae, el biólogo Francisco Javier Martínez Medina, de la empresa pública OBIMASA, explicó que la presencia del alga ha tenido un impacto devastador en el Estrecho de Gibraltar, afectando gravemente los ecosistemas marinos. Aunque se ha descartado la posibilidad de erradicar la especie debido a las dificultades de trabajar a grandes profundidades, se ha logrado controlarla en áreas accesibles, como las zonas intermareales. Este enfoque permitirá proteger áreas de alto valor ecológico como el Monte Hacho.
El problema principal de esta alga invasora radica en su rápida capacidad de reproducción y expansión. Al ocupar grandes superficies de sustrato marino, desplaza a las especies autóctonas, alterando significativamente los hábitats. Incluso cuando la alga muere y se acumula en las playas, sigue causando estragos en el fondo marino al adherirse a corales y otras especies que dependen de un flujo de agua limpio. Esto puede llevar a la muerte de corales y otras especies marinas, provocando una alteración ecológica en toda la zona.
Martínez Medina señaló que este fenómeno no solo afecta a la biodiversidad, sino que también tiene un impacto económico, especialmente en el sector pesquero. Aunque Ceuta no depende en gran medida de la pesca, zonas cercanas como Cádiz han visto una disminución significativa en sus capturas debido a la modificación de los ecosistemas marinos. Esto se debe a que los recursos pesqueros, como los peces, forman parte de esos hábitats que están siendo invadidos por el alga.
En cuanto al origen de la invasión, Martínez explicó que es difícil determinar cómo llegó el alga al Estrecho, aunque se especula que pudo haberse introducido a través del agua de lastre de barcos o mediante cultivos de ostras japonesas, ya que el alga fue inicialmente identificada en Francia antes de expandirse por el Mediterráneo y el Atlántico.
A pesar de los desafíos, los estudios experimentales realizados hasta ahora ofrecen una esperanza. El control del alga en las zonas accesibles permitirá, al menos, frenar su expansión en áreas protegidas, asegurando la preservación de ecosistemas de gran valor ecológico. Aunque la erradicación completa no sea posible, los esfuerzos continúan para mitigar sus efectos y evitar su dispersión a otras regiones del litoral.
Ramírez concluyó destacando la importancia de estos estudios para que las administraciones puedan tomar decisiones basadas en datos científicos y aplicar medidas adecuadas para proteger el medio ambiente y los recursos naturales que dependen de estos ecosistemas marinos.