Si lo que más ha importado de todo lo que ha pasado ha sido la ofensa a la comunidad cristiana por el destrozo en el altar del «Puente Cristo», es que como sociedad todavía no hemos aprendido nada de todo esto. Lo sucedido en la tarde del lunes, 24 de mayo, ha sido el estallido de la crispación social que se viene gestando desde la primera campaña electoral de 2019. Ya por entonces, Vox hablaba de «cerrar mezquitas» y, cuando se celebraron los comicios, sus representantes se refirieron al «voto marroquí» o al «voto antiespañol» para justificar la histórica y efímera victoria del PSOE en las generales del 28 de abril.
La legislatura arrancó con el PP y el PSOE entendiéndose, pero esta complicidad solo duró unos meses y para finales de año los populares ceutíes viraron hacia su lado natural en el espectro político en busca de «acuerdos de gobernabilidad». Aquello se tradujo en la reconfiguración de la Mesa de la Asamblea para otorgarle la Vicepresidencia de la misma a la ultraderecha, prebenda que, junto a un sillón en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, exigió Vox Ceuta a cambio de su apoyo. Este acuerdo le garantizaba a Juan Sergio Redondo, presidente de Vox Ceuta, más de 800 euros de ingresos extra cada vez que se celebrase una reunión en el Puerto y emolumentos superiores a los 50.000 euros anuales a Francisco José Ruiz, hoy por hoy, diputado raso de la Asamblea.
El punto de inflexión, en cuanto a la convivencia se refiere, fue la salida a la luz de mensajes racistas y supremacistas filtrados de un grupo de WhatsApp del que supuestamente formaban parte activa Redondo, Ruiz, Carlos Verdejo o Yolanda Merelo, senadora por Ceuta, entre otros.
Los mensajes racistas
Resumiendo una historia que es conocida por todas en Ceuta y que se encuentra judicializada, la publicación de aquellos mensajes provocó que se celebrase la manifestación más importante del siglo XXI en Ceuta, el 28F, una marcha por la convivencia y contra el racismo que congregó a unos/as 8.000 ceutíes (millar arriba o abajo) y que se saldó sin ningún incidente. La única pega que se le puede poner a aquella caminata que finalizó a las puertas de la casa del pueblo de Ceuta es que la heterogeneidad de la sociedad ceutí no se vio representada. De hecho, casi se puede hablar de que hubo homogeneidad de la comunidad musulmana, salvo por algunas trazas o minúsculas vetas de personas de otras creencias religiosas.
No obstante, antes de estas filtraciones, Vox Ceuta ya había hecho méritos por dinamitar la convivencia en Ceuta. El saberse necesitados por el PP envalentonó a los diputados de extrema derecha que, desde los atriles y las tribunas, no tuvieron -ni han tenido hasta que el PP les cerró la puerta por dentro- el más mínimo reparo a la hora de lanzar mensajes incendiarios.
De hecho, Vox ha hecho política de alimentar el runrún de que son un partido racista a la par que declaraban por activa y por pasiva que no lo son y que todo es manipulación mediática. Siguiendo la línea temporal del relato que estamos haciendo, tras la filtración de los mensajes atribuidos a los rostros visibles de la ultraderecha ceutí, se celebró un Pleno en el que Mohamed Ali y Francisco Javier Ruiz no estuvieron lejos de llegar a las manos. A raíz de aquello, el de Caballas pidió disculpas por haber sido el que se había desplazado hasta la bancada de Vox, y todos los portavoces, incluido el de Vox, firmaron una declaración institucional en favor de la convivencia. Aquella misma tarde compartían en sus redes sociales un mensaje en el que adjuntaban el vídeo del encontronazo con Ali y aseguraban que el coordinador general de la coalición localista, por su condición de «musulmán», no era capaz de «seguir las normas básicas de un Pleno». Desde entonces, ataques de esta índole, sobre todo, a la líder de MDyC, Fatima Hamed, y al mencionado Ali, han sido habituales y sin sustancia política, limitándose al ataque personal.
El PSOE tampoco es que se haya ido de rositas. Desde acusaciones de ser «un partido criminal» a incluso insinuaciones de mal gusto o e igual de vacías de contenido política que también entran en el terreno de lo personal. Tal ha sido el nivel y la gratuidad de los ataques de la extrema derecha contra el resto de grupos políticos que incluso se llegaron a ausentar de un Pleno porque aseguraban que el Gobierno de la Ciudad era, en pocas palabras, extremadamente permisivo con el portavoz de la ultraderecha y riguroso con el resto de portavoces.
En paralelo a las asociaciones, a la comunidad musulmana y al resto de grupos políticos, tampoco se pueden obviar los continuos ataques de Vox a la prensa, otros que ya se han vuelto en algo habitual y que están tan normalizados que incluso algunos de sus seguidores se siente con la legitimidad suficiente para atreverse a increpar de muy malas formas a periodistas que hacen su trabajo cuando cubren algún acto público del partido, comportamientos que, además, son jadeados posteriormente por los responsables del partido.
Vox va con todo porque no tiene nada que perder
Si tenemos que destacar otro punto de inflexión en la escalada de la crispación social durante estos últimos dos años, este llega cuando Vox y PP rompen su «acuerdo de gobernabilidad» y el PSOE vuelve a ser la pareja de baile de los populares. Desde entonces, Vox Ceuta ha sacado toda su artillería con la intención de hacer el máximo daño posible, políticamente se ha arrinconado tanto en el extremismo que ya no le queda otra salida. Desde entonces, la comunidad musulmana se ha convertido para la ultraderecha en una diana que, por predilección, rivaliza hasta con los menores migrantes, su blanco fetiche. Sin embargo, el antagonismo cada vez más evidente entre los populares ceutíes y los de Abascal, ha apaciguado, de alguna manera, los ánimos y los ataques de Vox, hasta antes de la crisis humanitaria, tenían menor impacto. No se puede afirmar nunca que ese tipo de declaraciones, cuando las realiza un partido desde una institución publica, son inofensivas, pero, en este caso, sí que se puede constatar que pasaban casi sin pena ni gloria por la actualidad local diaria.
La crisis humanitaria de la que Ceuta resultó víctima la pasada semana fue vista por Vox como una oportunidad de copar portadas nacionales mostrándose como los grandes salvadores que rescataban a Ceuta, pero las visitas de Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska, junto a la trágica situación que se vivía en la ciudad, hicieron que su estancia tampoco gozase de la relevancia esperada. Y no será porque Santiago Abascal no lo intentó acusando de «quintocolumnistas» a la mitad de la población, a familias ceutíes que también son «de las de toda la vida». No extraña que en Vox no se quedasen con la visita. Había que volver y más sabiendo que los ánimos estaban bastante caldeados. Pirómanos jugando con cerillas.
Volvió Abascal y se fue con lo que vino a buscar para continuar con su eterna campaña electoral. Sus designados en Ceuta no rechistaron y siguieron la corriente, poco importaba que el paso por la ciudad del líder pudiera dejarla cubierta de cenizas. La disciplina de partido es la disciplina de partido. Ya lo demostraron cuando su diputada en el Congreso votó contra los Fondos COVID que se iban a repartir entre las autonomías y de los que Ceuta se embolsaba una suma importante de dinero que había costado mucho esfuerzo y muchas reuniones telemáticas en pleno confinamiento. Eran órdenes del partido, que es lo que importa y no Ceuta. Tampoco importaba Castellar de la Frontera, los intereses siempre han sido otros.
Entre tanto, aquí nos quedamos las gentes que vivimos en Ceuta, apesadumbradas y desoladas, sin reconocer a nuestra tierra. La imagen de ayer del altar de Cristo en el puente que conecta el centro y el campo exterior, era la imagen de la fractura social, de la convivencia rota. Reparó el destrozo, casi al momento, una vecina musulmana que no estaba dispuesta a permitir tal afrenta contra los sentimientos religiosos de nadie. ¿Y el resto de la gente de Ceuta, está dispuesta a no permitir más afrentas sistemáticas y casi diarias contra los sentimientos religiosos de la comunidad musulmana? ¿Arreglamos eso también en pro de la convivencia y la paz social?