Un estudio de la AEMET y el ISCIII sugiere que puede haber una correlación negativa entre la propagación del SARS-CoV-2 y las variables meteorológicas: a menor temperatura y humedad mayor sería el número de nuevos casos diarios por cada cien mil habitantes. Sin embargo, un hipotético aumento de la vida social -propio de los meses de verano en países como España e Italia- podría traducirse un repunte de contagios
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) investigan conjuntamente la correlación que puede existir entre las variables meteorológicas y medioambientales y la propagación de la pandemia. Un estudio preliminar que analiza el periodo comprendido entre el 26 de marzo y el 5 abril señala que a menor temperatura mayor es el índice de incidencia acumulado (nuevos contagios por cada cien mil habitantes) y viceversa. En la misma línea, el estudio apunta a que la alta concentración de humedad en el aire también podría jugar un papel importante: «En el sentido de que las altas temperaturas y la alta humedad reducen significativamente la transmisión y propagación del virus«.
Nadie se atreve a afirmar (ni a negar) que el SARS-CoV-2 sea un virus estacional
Estos primeros indicios estarían en consonancia con otros estudios internacionales. No obstante, todavía no se puede determinar que el SARS-CoV-2 sea un virus estacional ni lo contrario. Es decir, aunque el calor afecta y parece reduce el ritmo de propagación no se puede concluir que el nuevo coronavirus se vaya a «desactivar» con la llegada del buen tiempo como sí ocurre, por ejemplo, con el virus de la gripe. Hasta ahora, el único consenso entre las principales autoridades sanitarias que estudian el virus es que se desactiva a partir de 56 grados Celsius.
Por otra parte, así como el calor y la humedad podrían ser, en mayor o menor medida, enemigos del virus, «la contaminación atmosférica y, en especial, las concentraciones de material particulado pueden agravar la enfermedad», según los primeros análisis de las investigaciones de la AEMET y el ISCIII.
El buen tiempo también puede ser un aliado para el virus
En una entrevista a Efe, el presidente de la Asociación Española de Geografía y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, el catedrático Jorge Olcina, ha advertido sobre el impacto gradual que tendría, en todo caso, la llegada del buen tiempo y ha asegurado que «no será hasta finales de junio, julio y agosto, es decir ya en verano, cuando se alcancen valores que puedan dañar al virus, especialmente en el sur y centro peninsular».
Sin embargo, Olcina teme que «la mayor estabilidad del tiempo atmosférico puede resultar incluso perjudicial» ya que en países mediterráneos como Italia y España estas condiciones meteorológicas favorecen la vida social lo que podría resultar en un repunte de contagios en dos de los países más castigados por la pandemia hasta el momento.