Siempre me llamó la atención en esta ciudad la indefinición sobre los objetivos a alcanzar así como la estrategia para conseguirlos.
Hablando con un familiar hace días, recordábamos algunas de las anécdotas y conversaciones vividas con nuestro abuelo. Era vivaracho y listo como nadie. Sin poseer una gran cultura, la suplía con las vivencias y experiencia adquirida en su larga vida. Recordaba como me ponía los pies en la tierra cuando expresaba mis deseos de juventud, que aunque deseos no dejaban de ser ilusiones. Cuando creía que una elección de uno de sus nietos era desacertada nos soltaba y explicaba siempre el mismo estribillo; Cuando compres un caballo tienes que saber para que lo quieres emplear, porque si no lo haces, puedes verte vendiendo botijos por los pueblos con un pura sangre.
Esto es lo que ocurre con demasiada frecuencia en nuestra ciudad, expropiamos terrenos y luego pasan legislaturas enteras sin hacer nada con ellos. Cine África, parcelas de la Gran Vía, Huerta Tellez, Sarchal, etc.
Compramos edificios que luego se encuentran infrautilizados como el edificio de mayores de la antigua Caja Madrid o sin ocupar, como el edificio de la Tesorería de la SS. Declaramos otros como bienes de Interés Cultural (BIC) para luego abandonarlos o dejarlos que sean ocupados ilegalmente, sin hacer absolutamente nada, como ha ocurrido con el fortín de la Palmera, con las batería de Valdeaguas, la de Cuatro Caminos y hasta hace bien poco el Fuerte de San Amaro entre otros. Firmamos convenios que luego incumplimos por inacción, como el inexplicable pasotismo de las instalaciones del antiguo Hospital Militar, y un largo etc.
En lugar de gestionar, mantener y mejorar lo que tenemos, con demasiada frecuencia el gobierno de turno, el actual lleva veintidos años, acude a la obra faraónica con gloria efímera del día que sale en los medios de comunicación y fotografías y comentarios excelentes durante interminables días de su televisión y medios afines.
La mayoría de las veces, compramos un pura sangre para vender botijos. No se ha hecho una inversión de importancia en la que no haya ocurrido esto. El caso más reciente que se nos ha presentado es el de la Gran Vía. Reconociendo que puede ser un proyecto muy bonito para una ciudad que tiene sus necesidades reales cubiertas, resulta chocante que después de esperar una ordenanza reguladora de terrazas durante años que evite la ocupación ilegal de los espacios públicos, las micciones de los perros incluso delante del propio ayuntamiento, un mobiliario diverso, el depositar bolsas de basura por los vecinos en el mismo paseo en lugar de llevarlo a los contenedores, no ha solucionado nada porque este ayuntamiento ha sido incapaz de crear una norma que lo impida.
Tenemos un gobierno en la ciudad que es ineficaz e incapaz de acometer los problemas de los ciudadanos, problemas simples y cotidianos a los que nos hemos acostumbrados inexplicablemente, como que alguien coja el teléfono de la central del ayuntamiento cuando llamas, que los expedientes de los taxis no tarden CINCO AÑOS, que haya policías en las calles, que una apertura de establecimiento tarde dos años, que se construyan viviendas a un precio aceptable para la clase media que es la que soporta todos los excesos, acabar con la especulación de los alquileres, que algún funcionario atienda a las personas mayores cuando han de sacar el certificado de empadronamiento de la máquina expendedora, y un sinfín de acciones en la que esta ciudad hace aguas. Nos ofrecen sin embargo obras faraónicas in sentido, como grandes puentes, empedrados que luego son levantados y sustituidos, y como siempre un largo etc.
¿Qué necesitamos para vender botijos? Cuánta razón tenía mi abuelo.