Planteada como un complejo de propuestas diversas, la biblioteca constituye su principal actividad. Inserta en un centro que se proyecta como una realidad intercultural, donde participan estudiantes y profesores voluntarios de diferentes nacionalidades
El 18 de diciembre de 1996 el Centro Cultural Lerchundi en Martil abrió sus puertas en la ciudad de Martil, en la provincia de Tetuán. El centro es una iniciativa del Obispado de Tánger, impulsado por Monseñor Peteíro, para rehabilitar la iglesia de Martil y adecuarla como biblioteca universitaria. Para ello contó con la coordinación de la Hermanas Misioneras de María, y la colaboración de vecinos y profesores de la ciudad. La Iglesia que data de finales de la década de los cuarenta cerró el culto en los ochenta. Dispone de espacios amplios y su estilo arquitectónico corresponde al barroco hispano mejicano. Los principales trabajos de rehabilitación fueron realizados por la ONG Arquitectura y Compromiso Social, formada por estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, entre 1994-96. Se trata de un proyecto que desde sus inicios tenía claro su vocación de servicio a la comunidad universitaria y los jóvenes de su entorno, quienes constituían un alto porcentaje de la población de Marruecos.
Planteada como un complejo de propuestas diversas, la biblioteca constituye su principal actividad. Inserta en un centro que se proyecta como una realidad intercultural, donde participan estudiantes y profesores voluntarios de diferentes nacionalidades. Su objeto es el fortalecimiento de la sociedad, a través de la promoción de los jóvenes, la formación académica, la colaboración asociativa, el fomento de valores y derechos humanos en esta región del norte de Marruecos a través de iniciativas que buscan la participación protagonista e implicación de los jóvenes, apoyo al estudio o la investigación, el incentivo a la creatividad, el fomento del diálogo o el encuentro, y dando oportunidades laborales a licenciados para hacerse cargo de los diferentes cursos de lenguas.
En sus inicios el Centro Cultural Lerchundi de Martil pretendió dar respuesta a las necesidades de los estudiantes universitarios de letras residentes en la ciudad. Por ello, su denominación originaria era “Biblioteca Universitaria”, la cual mantuvo hasta el año 2006, cuando pasó a la denominación actual. Durante la primera década de dos mil, el centro se configuró en torno a tres ejes principales: la Biblioteca Universitaria, los cursos de lenguas, que también incluían clases de alfabetización en árabe, y en tercer lugar, la dinamización cultural, de una ciudad que apenas tenía actividades culturales. La incorporación del voluntariado extranjero, que reforzaba las actividades, permitió ampliar considerablemente las propuestas y diversificar las acciones para llevar a cabo numerosas iniciativas: talleres de diversas índoles, actividades de verano (campamentos, campos de trabajo…) y sobre todo se trataba de consolidar el Centro Lerhundi como espacio de encuentro intercultural y humano, lo que le confiere un carisma de índole especial. Las colaboraciones con diversos colectivos sociales, culturales, universitarios, estudiantes, ha sido una constante en los años que lleva funcionando. Al mismo tiempo cumplir el objetivo de estar muy presente en la vida ciudadana, asociativa, en la Universidad y en la calle.
En los últimos diez años el centro ha priorizado los cursos de formación para el fortalecimiento del tejido social, la conciencia ciudadana, la propia formación académica de los estudiantes y de la ciudadanía. Una preocupación constante es la formación de un voluntariado responsable, que trabaje desde la gratuidad y el desinterés, con un doble objetivo: el fortalecimiento del propio Centro Cultural y el servicio a la comunidad.
También ha ido potenciando el carácter intercultural que tiene el Centro, sumando nuevos espacios de encuentros, más allá del inicial planteamiento hispano-marroquí. Desde hace años la institución lerchundina forma más intensiva la dimensión africana, asiática y la hispanoamericana, como reflejo del auge y peso que dichos ámbitos están tomando en la vida del Centro. Por ello se han puesto en marcha los llamados día de África, día de América, los Asian Days, jornadas culturales japonesas, talleres de danza africana y bailes latinos, encuentros interculturales.
El ámbito universitario ha sido uno de los pilares del centro, constituyendo seminarios de apoyo a los estudios de filología, cursos de asesoramiento para la elaboración de tesis y monografías, cafés literarios y talleres de teatro. En la biblioteca se han impartido conferencias literarias, organizado recitales de poesía con los estudiantes y sesiones de cine-fórum. También se han cedido los espacios para la realización de actividades universitarias: conferencias, mesas redondas, encuentros de estudiantes, exposiciones, foros. El centro mantiene una colaboración estrecha con la Asociación de Estudiantes extranjeros en Tetuán (ASEET) apoyando sus iniciativas y acogiendo sus actividades.
La vivencia y el fomento de una cultura del encuentro y la participación es uno de los grandes retos a impulsar en el centro, dado la falta de propuestas que hay al respecto en el entorno. Para fomentar los valores de gratuidad, el compromiso desinteresado y trabajo comunitario, llevamos a cabo: tertulias interculturales, encuentros interculturales, charlas coloquios, espacios para el ocio y el tiempo libre, revista intercultural. La apuesta desde el principio por el ecumenismo, ofreciendo nuestros espacios para las distintas confesiones y minorías religiosas: católicos, protestantes y budistas.
A partir de 2018 el Centro comienza a incorporar nuevos espacios de participación, con vocación de permanencia, con una estructura organizativa horizontal. siguiendo el modelo de trabajo comunitario: clubs de estudiantes, de voluntarios, literarios, de hispánicas, grupos de migraciones, militancia.
Es entonces cuando se estructura la dimensión social, ampliando las tradicionales propuestas de ayuda humanitaria a familias necesitadas o colectivos que trabajan con personas en riesgo de exclusión social. Desde 2013 se trabaja en el campo de la sensibilización hacia el fenómeno de la migración y en las tareas formativas para atender a situaciones desfavorables de la sociedad de nuestro vecindario: mujeres, jóvenes sin escolarizar, ancianos, infancia, discapacitados, y desde el año 2016 se ha puesto en marcha el club Deportivo Lerchundi, iniciativa de un grupo de voluntarios para la promoción de jóvenes de nuestra comunidad a través de la práctica deportiva.
El centro ha ofrecido espacios y nuestros medios –personales y materiales- para la realización de actividades de otras iniciativas de nuestra diócesis o venidas del exterior (Oblatas, jóvenes de la parroquia franciscana de La Coruña, Padres Blancos, Javerianos). Al mismo tiempo ha cedido las instalaciones para propuestas de colectivos españoles y asociaciones locales, lo cual ha hecho cimentar relaciones muy familiares con algunas de ellas (asociación de teatro, MAAK o la de vecinos del barrio). También se han potenciado los encuentros de la comunidad hispana, para el asesoramiento y acompañamiento de los nuevos residentes en Martil.
Para Francisco José Jiménez Maldonado, director del centro, desde octubre de 1998 “cumplimos 25 años de vida, en todo este tiempo creemos que ha querido ser fiel a sus orígenes: un centro para cultivar valores, para el encuentro de las personas, para vivir la interculturalidad, para promocionar a los jóvenes, que se sientan protagonistas de sus vidas, y contribuyan al crecimiento y desarrollo humano de la sociedad. También queremos profundizar en el diálogo religioso, trabajando juntos en proyectos sociales a favor de los más desfavorecidos y de una sociedad más justa. Nosotros, que no hemos nacido en Martil pero que nos consideramos unos más de este pueblo, creemos que nuestra misión es acompañar a sus gentes, ser testigos de sus vidas y tratar de ayudar en todo lo posible e incluso más allá, pues como dirían los idealistas del 68 “seamos realistas y luchemos por lo imposible”.
El director señala que “son muchos los años que desde el Centro tratamos de sensibilizar a nuestro entorno sobre el tema de las migraciones y el drama de los migrantes, organizamos Círculo, encuentros, debates con testimonios y estamos comprometidos en favorecer espacios de diálogo interreligioso, especialmente el islamo cristiano. En nuestro Centro también procuramos vivir el espíritu ecuménico, pues la comunidad evangélica se reúne en uno de los salones y colaboramos con ellos».
La Biblioteca está atendida por vecinos de Martil, dos chicas jóvenes universitarias y un chico. Contamos con un nutrido grupo de profesores voluntarios de diversa procedencia: Marruecos, España, África subsahariana, Hispanoamérica y Asia, de donde suelen venir jóvenes japoneses y en este curso tenemos a una china. En la ludoteca son jóvenes martileñas las que se ocupan, y en las tareas culturales e interculturales suele tener bastante peso el voluntariado extranjero. Los encuentros de guitarristas fue una iniciativa de una chica rusa y ahora es un proyecto musical muy consolidado, animado por jóvenes aficionados a la música, procedentes de distintas ciudades del norte de Marruecos.
El Centro cumple 25 años de vida y desde que abrió sus puertas ha ido creciendo de forma progresiva, incorporando siempre a gente nueva y propuestas renovadas. “En todo este tiempo creemos que ha querido ser fiel a la idea que Monseñor Peteiro tuvo desde el principio, un Centro para cultivar y promocionar a los jóvenes, que se sientan protagonistas de sus vidas, y contribuyan al crecimiento y desarrollo humano de la sociedad” apunta Francisco.
El Centro Cultural Lerchundi de Martil ha organizado diversos actos culturales y deportivos para conmemorar sus 25 años de existencia y quiere invitar a todos los vecinos de Martil y a los de fuera a compartir con ellos este señalado aniversario.