Con la caída del régimen de Bachar al Asad, Siria se encuentra en un momento crítico de transición. Las nuevas autoridades, lideradas por Mohamed al Golani del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), están decididas a erradicar el legado del captagón, una droga sintética conocida como la ‘cocaína de los pobres’. Este estupefaciente, producido en laboratorios sirios, fue una fuente significativa de ingresos para el régimen anterior.
Un equipo de Televisión Española ha documentado uno de estos laboratorios, ubicado a unos 25 kilómetros al oeste de Damasco. La instalación, ahora bajo control de rebeldes armados, está situada en una mansión de lujo con jardines exuberantes y una piscina. Sin embargo, lo más impactante es el sótano, que alberga la sala donde se fabricaban miles de píldoras de captagón diariamente.
Abubaker, uno de los milicianos a cargo del lugar, explica que el costo de producción de estas píldoras era mínimo, pero su valor en el mercado negro alcanzaba los 100 dólares por cada bola que contenía cuatro pastillas. Para exportarlas, utilizaban bolitas similares a la naftalina, facilitando su camuflaje y transporte fuera de Siria.
El nuevo gobierno ha declarado una guerra abierta contra el narcotráfico. ‘Vamos a perseguir y castigar a los traficantes de droga, incluso con pena de muerte’, afirma Abubaker. Hasta ahora, han logrado desmantelar varias ‘narcocasas’, pero el camino hacia una economía libre de drogas es largo y complicado.
Mientras tanto, el expresidente Bachar al Asad, desde su exilio en Rusia, ha negado haber planificado su huida y ha calificado a los rebeldes de ‘terroristas’. En un comunicado, Al Asad argumentó que su salida fue inevitable debido a la pérdida de control estatal y la incapacidad de contribuir significativamente al país.
La comunidad internacional observa con atención cómo Siria intenta redefinir su futuro. La eliminación del tráfico de captagón no solo es vital para la estabilidad económica, sino también para mejorar la imagen del país en el escenario global. Sin embargo, el proceso de transición es frágil y requiere un enfoque cuidadoso para evitar un resurgimiento de la violencia o el caos.
En conclusión, el desafío de Siria es monumental. La erradicación del captagón es solo el primer paso hacia la reconstrucción de una nación devastada por años de conflicto. Con un liderazgo comprometido y el apoyo de la comunidad internacional, hay esperanza de que Siria pueda superar este oscuro capítulo de su historia y avanzar hacia un futuro más prometedor.