La incesante lluvia, fugitiva y vacilante a ratos, fría y constante. Lacerosa. Es sin embargo una compañera fiel. Una gélida amante que cumple su promesa de amor perennemente impávido en las frías costas de Virginia. Que apropiado nombre. Costas que fueron españolas y donde Lucas Vázquez de Ayllón navegase, hace ya cuatrocientos noventa y ocho años, y donde él mismo fundara la primera ciudad europea en Norteamérica en un acto de gloria más para llenar el solemne cajón del olvido de nuestras memorias patrias. San Miguel de Guadalupe. Venía de poner paz (o intentarlo), entre Pánfilo Narváez, y el que probablemente sea el general al que más le debe la humanidad a lo largo de la historia. Hernán Cortés. Pero eran hombres hechos de otra pasta. No eran “todes persones deconstruides no binaries”. Sabían de qué estaba hecho el mundo, y solo entendían de objetivos, de empeño, y de honor. Eran héroes. Y bajo ese húmedo manto que debió sentir Vázquez de Ayllón, martillean en mi cabeza las palabras que describen esa belleza contradictoria. Persistente y a la vez conspicua.
Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado
Curiosas costas. Españolas en origen, como casi todo. Tierras hoy de EEUU y ostentosas de tener la mayor base naval del mundo. La base de Norfolk. Y es desde Nordfolk desde donde soplan vientos dominantes del Atlántico norte. Desde su base, para ser más específicos. En por sus aguas, como Vázquez Ayllón hiciera cinco siglos antes, que navega otro soldado al servicio de los rescoldos que aún resisten los envites del destino y de quienes deberían amarla y la vilipendian cual maltratador que ofende a su esposa. un coronel de la OTAN en el ojo del huracán, piloto de helicópteros, condecorado por la KAFOR, analista, geoestratega militar y de política internacional, máster en urbanismo, licenciado en derecho, consejero de Hacienda, consejero de Relaciones Institucionales, Diputado Nacional, comunicador televisivo en la sexta, hombre de Casado y una mente superdotada que no descansa, meritocracia. Carne de empresa privada donde los resultados son la vara de medir.
Todo esto gloria que a los ceutíes nos suenan lejanas. Casi oníricas. Glorias para las que no estamos hechos en la ciudad arropada. Casi aislada en una pompa osmótica de paguitas y alioli, donde nuestro mayor golpe de pecho en la democracia ha sido el campero de corazones y la expedición masiva de DNIs y socialismo low cost a la venezolana. Pero aun puede haber un pequeño golpe de suerte dentro de la política Jorge Javier vazquiana que domina la demeritocracia caballa. Se llama Paco Márquez.
Si Márquez llegasé a la Delegación del Gobierno estamos hablando de un ceutí que conoce perfectamente la problemática de su ciudad, con una capacidad de trabajo inconmensurable, un sentido del deber, la disciplina y la autoridad propia de alguien amamantado en el clima de servicio a la patria castrense desde la cuna, a eso hay que añadir la mente más privilegiada de la historia de la política de Ceuta.
Para muchos será incómodo, su propio partido habrá de cambiar a la sombra de ese gigante, la impronta de un casadista de esa dimensión meterá presión a todo el mundo para no poder relajarse en el servicio a los ciudadanos .
Paco Márquez más allá de sus ciclopeas facultades que le hace consumir un libro en dos horas es un ser humano bondadoso, sensible y noble incapaz de hacer daño, algo de la máxima importancia cuando se puede hacer uno un ebrio del poder y perjudicar a terceros, siempre sintió una devoción sobrenatural por su fallecido padre el Coronel Márquez del que sin duda heredó el intelecto, para Paco su progenitor siempre ha sido superior a él, orgullo de hijo de un hombre que lo merecía y que sentía una reciproca admiración.
Para Ceuta su llegada sería un lujo, para Casado un baluarte y para el PP un refuerzo, y posiblemente el único hombre capaz de convencer a Juan Bravo a que lo ayude desde nuestra ciudad a tener exigencias en Madrid en las distancias cortas, en política una comida es un elemento ejecutivo superior a una reunión con veinte tecnócratas. Ceuta. Ha llegado al momento de acabar con Mátrix. ¿Váis a querer la píldora roja o la azul?
Si, finalmente, se produjera la llegada de Paco Márquez, sin duda comenzaría “el efecto Márquez”