Favorecer el entreguismo y el aburrimiento. Contribuir, con la incapacidad de gestionar soluciones de estabilidad, a que la ciudad se vea arruinada en sus perspectivas de negro futuro, por poner un color. Depender de una economía basada en el funcionariado, que no tiene vocación de echar raíces, en su mayoría, y sólo invierte, en su gran parte, en viviendas para especular, cosa comprensible.
Dibujar una ciudad en la que el plus de residencia sea el leiv motiv, para habitar en ella, durante cierto tiempo, es romper la lámina de la punta del lápiz. El estado debería de haber invertido, de forma contundente, en un puerto moribundo, mejor dicho, muerto. A unos quince kilómetros, en la playa de Dalia, en un abrir y cerrar de ojos, el país vecino construyó la mayor infraestructura portuaria del continente africano.
Corregir la carestía de vida, y haber evitado las diferencias de nivel con cualquier otro pueblo español. Ausencias de ideas imaginativas tendentes a que cualquier ciudadano deseara vivir en esta tierra, por sus servicios de calidad y salidas laborales, oportunidades de poder encontrar trabajo, sin necesidad de tener que marchar.
Que se desee permanecer sólo, por ese incentivo, acabará consumando la anunciada, de manera machacona, desde el símbolo del Hacho, la venta o regalo de Ceuta.
Crear, a cambio de subvenciones europeas millonarias, focos de cáncer social, con los menores ilegales, en muchos casos, con dientes de más edad de lo que se estima, con la inseguridad callejera que conlleva. Menores, mayores, y negros, en situación de ilegalidad, debieron ser devueltos ipso facto desde el primer momento. Si ahora resulta que hay que aceptar a los ilegales sí o sí, entonces ¿la invasión ilegal se debe aceptar como algo natural?
A estas alturas de la película se pretende alertar en lugar de haber tomado medidas, desde el minuto cero. Si la línea de actuación iba a ser ir recibiendo con cierta alegría pasta gallo para luego, tras años y años de deterioro, vender la historia rocambolesca de que no hay solución. Manifestaciones, acciones de protesta, ir a Madrid no al teatro de la representación, sino a dar la batalla. Cambiar el derroche estéril de la Fitur, por una exposición de un pueblo que no se vende, ni se regala, es un decir. A dicha feria, bien que tendrían que acudir todos esos mediocres, que no son pocos, que se han hecho de oro por el difícil arte del peloteo. Reproductores, meros ecos, de la voz del amo. Para suerte de los botafumeiros, ellos ya lo han ganado todo, se han sabido montar, no tienen nada que perder. Es la gente sencilla, humilde, honrada, que también la hay, la gente débil, la que, para variar, sufrirá las consecuencias del desastre.
Ocurrió a principio de los años 80. Un grupo de encapuchados, iban a escenificar, por medio de la grabación de un video, en una nave del puerto, la aspiración de plantear una Ceuta independiente. La idea se abortó y no quedó en nada. Faltó tiempo para convocar a la calle a los ceutíes para reivindicar la autonomía. Cuando la misma se minimaterializó, se hizo, básicamente, a los efectos interesados de ponerse sueldos de gran comunidad. Rosario de cargos de lujo.
Los españoles fuimos, en elevado número, a Alemania y otros países buscando la vida. Eso sí, de forma legal, con pasaporte y contrato de trabajo.
Otra solución sería la de eliminar las fronteras y defender los límites con piedras y palos, volviendo al pasado. Entrar en un sistema de exigencia documental, y campar a lo ancha es Castilla, es un despropósito.
Ese proceder irracional se tapa porque los dineros acallan voluntades y anima a mirar para otro lado.
LA VERDAD ABSOLUTA
Un terreno situado en un entorno privilegiado. Se pudo aprovechar para desarrollar eso que se llama turismo. Se lo cargaron utilizando la verdad relativa y discutible de la ZEPA (Zona Especial Protección Aves). Normativa de la que nadie había oído hablar hasta que vino la ocasión de su uso torticero. Grandes carteles anuncian. De verdad absoluta, habría mucha tela científica que cortar. Con la de pájaros sueltos, tampoco debe extrañar la genial ocurrencia, con expertos de primer orden. Se les llena la boca hablando de la industria turística, cuando ese marco incomparable, podría haber sido ideal. Con todo, tengo que reconocer que reconvertir la oficina de turismo ubicada en el puerto, por un puesto de la policía portuaria, es tan brillante idea, que no lloro lágrimas, bien sean las de Nerón o las de cocodrilos, pues bastantes tristezas tenemos en estos tiempos tan duros del bichito maldito. No se pone un espacio nuevo para la policía. Se ocupa la destinada a oficina o punto de información al visitante.
Nunca jamás propusieron formalmente ideas, proyectos para compartir. El ayuntamiento y los particulares. Ese desarrollo sostenido. Arruinar y mentir. Se trató de aburrir al personal y desgraciar las legítimas aspiraciones de los herederos de un empresario, natural de San Roque, que reinvirtió en la localidad, la práctica totalidad de los beneficios obtenidos de sus negocios, a base de trabajar duro.
¿Cuántos empresarios más han hecho lo mismo?
Con decir que en Ceuta no hay terrenos. Y el poco que había lo arruinaron por razones oscuras, motivos más claros que es agua que, hace muchos años, observaba correr por el arroyo. Arroyo de Calamocarro, de mi niñez, de mi infancia, de mi vida. Con el transcurrir del tiempo, ya ni el arroyo ni yo, llevamos agua al mar frío, que configura la cala más bonita de la ciudad. El Desnarigado también es hermoso, y su ducha al público, es decorativa, la mayor parte de la temporada estival.
En Marbella, lo que era verde, lo recalificaron como urbanizable. En Ceuta, lo que era urbanizable en su origen, luego rústico, lo hicieron verde con la tapadera de las aves, corredor o pasillo de la muerte, no tanto para los pájaros, como para una determinada familia, expoliada.
Benzú, afectada con la misma problemática, sacada del mismo saco de la venganza, terminará alumbrando barriada. Aquí, esa expresión de ¡O todos moros o todos cristianos! sí que es toda una singular anécdota.