El Ascenso y Caída de Al Asad
Bachar Al Asad asumió la presidencia de Siria en el año 2000, sucediendo a su padre, quien había sido conocido como ‘El líder eterno’. Con el respaldo del Parlamento sirio y un apoyo popular abrumador, Al Asad prometió reformas económicas y una apertura hacia Occidente.
Sin embargo, su mandato se caracterizó por una represión política severa. En 2011, la Primavera Árabe llegó a Siria, desencadenando protestas masivas que fueron sofocadas brutalmente por el régimen. Naciones Unidas acusó a Al Asad de utilizar armas químicas contra su propia población, calificando sus acciones como una ‘política estatal de exterminio’.
La Guerra Civil y el Apoyo Internacional
Las protestas iniciales evolucionaron rápidamente en una guerra civil entre el gobierno y diversos grupos rebeldes islamistas. La inestabilidad permitió al grupo terrorista Daesh tomar control de partes del territorio sirio. En 2015, Rusia intervino militarmente, ayudando a Al Asad a recuperar el control de gran parte del país.
A pesar de la devastación, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados, Al Asad fue reelegido en 2021, consolidando su poder en un contexto de oposición debilitada y exiliada.
La Ofensiva Decisiva
El 27 de noviembre, una coalición insurgente lanzó una ofensiva decisiva contra el gobierno de Al Asad. Con Rusia distraída por otros conflictos internacionales, los rebeldes aprovecharon la oportunidad para avanzar rápidamente. En tan solo 11 días, lograron lo que no se había conseguido en 13 años de guerra: la caída de Damasco.
Abu Mohammad al Jolani, líder del grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham, encabezó la ofensiva que culminó con la huida de Al Asad. Las principales ciudades del país, como Alepo, Hama y Homs, cayeron una tras otra, marcando el fin de una era.
Un Futuro Incierto
Con la caída del régimen, las instituciones públicas han quedado bajo el control del antiguo primer ministro hasta que se establezca un nuevo gobierno. Los rebeldes han extendido una mano abierta a todos los sirios interesados en reconstruir el país.
El futuro de Siria es incierto. La comunidad internacional observa de cerca, mientras el país enfrenta el desafío de reconstruir no solo su infraestructura, sino también su tejido social y político tras décadas de conflicto.