La presidenta de Liga F, Beatriz Álvarez, ha sido una de las pocas voces públicas en pronunciarse sobre la posible celebración de la Supercopa femenina de fútbol en Arabia Saudí. La cuestión, desvelada tras las declaraciones del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Rafael Louzán, ha generado debate en torno al desarrollo del fútbol femenino y los desafíos éticos que plantea jugar en un país con cuestionables políticas de igualdad de género.
El anuncio y las primeras reacciones
Durante la presentación de la tercera colección de cromos de Liga F en colaboración con Panini, Louzán confirmó que la RFEF está negociando la ampliación del contrato para la Supercopa masculina con Arabia Saudí hasta 2034, dejando abierta la posibilidad de incluir también la competición femenina en el acuerdo. Según el dirigente, el interés saudí por desarrollar el fútbol femenino podría ser una oportunidad para exportar la Supercopa de España femenina.
Ante estas palabras, Álvarez insistió en que no hay una decisión tomada y que la prioridad debe centrarse en desarrollar las competiciones nacionales:
“Tenemos un margen de mejora enorme en áreas como la asistencia a los estadios, las infraestructuras y el incremento de audiencias. El foco debe estar ahí antes de pensar en acuerdos internacionales”, afirmó.
El contexto económico
La posibilidad de jugar en Arabia Saudí genera opiniones divididas entre los clubes. Aunque muchos reconocen que el contexto sociocultural saudí no es el ideal, varios valoran positivamente el impulso económico que supondría. En la actualidad, la Supercopa femenina enfrenta retos financieros significativos: los premios de la edición pasada oscilaron entre los 10.000 y 25.000 euros, insuficientes para cubrir los gastos mínimos de desplazamiento, estimados en 70.000 euros por club.
La edición de este año, que se jugará en el estadio Butarque de Leganés, contará con la participación de FC Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Real Sociedad. Sin embargo, la escasa antelación con la que se anunció la sede y las fechas hace prever una baja venta de entradas.
El dilema ético
Álvarez subrayó que Liga F debe equilibrar las prioridades económicas con las consideraciones éticas. “Nuestra labor es recoger las opiniones de los clubes, que tienen sensibilidades diversas, y valorar el equilibrio entre el negocio y el contexto sociocultural del lugar donde se dispute la competición”, destacó.
Arabia Saudí, que recientemente ha apostado por el deporte como herramienta de diplomacia y desarrollo económico, sigue enfrentando críticas internacionales por su historial en derechos humanos, especialmente en lo que respecta a las mujeres. Aunque las negociaciones aún están en curso, el debate refleja la encrucijada en la que se encuentra el fútbol femenino: la necesidad de financiamiento frente a los valores que representa.
Una decisión que marcará el rumbo del fútbol femenino
Con el contrato de la Supercopa masculina ya avanzado y el interés saudí en ampliar su alcance al fútbol femenino, las próximas semanas serán cruciales para definir el futuro de esta competición. Lo que está en juego no es solo un acuerdo económico, sino también el compromiso del fútbol femenino español con sus principios fundamentales.