Antes de la invasión de Ucrania en 2022, el apoyo de Estados Unidos a Kiev no había sido tan contundente. Tanto Donald Trump como Joe Biden prefirieron evitar la escalada, incluso si eso significaba tolerar la violación rusa de la soberanía ucraniana. Sin embargo, la agresión de Moscú ha cambiado la percepción en Washington, según Raphael Cohen, del Proyecto Rand Air Force.
Con las elecciones estadounidenses a la vista, Kamala Harris y Donald Trump se enfrentan con posiciones opuestas sobre el conflicto. Harris ha mostrado un firme compromiso con Ucrania, mientras que Trump ha mantenido una postura más ambigua, prometiendo resolver rápidamente el conflicto si es elegido.
La política exterior de Trump fue única, con una relación compleja con Ucrania y Rusia. Aunque proporcionó ayuda militar a Kiev, también suspendió fondos en represalia por investigaciones relacionadas con Hunter Biden. Su administración mantuvo sanciones contra Rusia, pero sus declaraciones personales a menudo socavaban esta postura.
Por otro lado, Harris ha defendido un apoyo continuo a Ucrania, alineándose con la tradición de política exterior estadounidense. Asesores como Philip Gordon han sugerido una línea más asertiva contra Putin. Sin embargo, Harris podría enfrentar desafíos si busca un alto el fuego, ya que la desconfianza entre Ucrania y Rusia complica cualquier negociación.
La polarización política en EE.UU. también juega un papel crucial. Aunque solo una minoría de republicanos cree que se está proporcionando demasiada ayuda a Ucrania, su influencia es notable. Según una encuesta del Pew Research Center, hay una clara división partidista sobre la responsabilidad de EE.UU. en el conflicto.
El futuro del apoyo estadounidense a Ucrania dependerá no solo de quién gane las elecciones, sino también de cómo se procese y politice la guerra en el país. La polarización en el Congreso podría ser decisiva para definir la política exterior hacia Ucrania.