El Consejo de Ministros ha dado este martes un paso clave en la tramitación de la ley que reducirá la jornada laboral a 37,5 horas semanales y endurecerá las sanciones a las empresas que incumplan la normativa laboral. La medida fue celebrada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien calificó el día como “histórico” tras la aprobación del acuerdo para tramitar de manera urgente el anteproyecto de ley.
La principal novedad de esta reforma es la reducción de la jornada laboral máxima, que pasará de las actuales 40 horas semanales a 37,5 horas. La ley también modifica el régimen de sanciones para las empresas que incumplan las normativas laborales, especialmente en lo relativo al registro de jornada. Una de las medidas más destacadas es que las multas ya no se impondrán a la empresa como un todo, sino por trabajador afectado. Esto implicará que si una empresa no registra adecuadamente las horas de trabajo, la sanción podría ascender a hasta 10.000 euros por cada empleado que no haya sido correctamente registrado.
El texto del borrador también introduce modificaciones importantes en el marco de las infracciones muy graves relacionadas con la jornada laboral. Si el incumplimiento de las normativas sobre horario de trabajo, descansos, horas extraordinarias o distribución de la jornada pone en riesgo la salud del trabajador, las sanciones podrían ser extremadamente severas. En los casos más graves, con daños permanentes a la salud o incluso fatales, la multa podría alcanzar los 983.736 euros.
¿Cómo afectará la reforma a las empresas y a los trabajadores?
Además de la reducción de la jornada, la nueva ley establece que será la propia Inspección de Trabajo la encargada de garantizar el cumplimiento de estas nuevas normas. Para ello, se habilitará un sistema de acceso remoto a los registros de jornada de las empresas, lo que permitirá a los inspectores acceder a los datos en cualquier momento y verificar que se están cumpliendo los horarios establecidos.
Esta medida ha generado cierta preocupación en las organizaciones empresariales, que temen que este acceso directo a los registros de trabajo pueda vulnerar la seguridad de sus sistemas y afectar la competitividad de sus compañías. Además, la norma establece que las empresas serán responsables de certificar el cumplimiento de todas las condiciones laborales y, en caso de incumplimiento, se presumirá que el trabajador ha realizado su jornada completa, incluso en el caso de los empleados a tiempo parcial.
El futuro de la jornada laboral y el bienestar de los trabajadores
La reforma del Estatuto de los Trabajadores es vista por muchos como un avance en la mejora de la calidad de vida laboral, pero también plantea interrogantes sobre su efectividad y los efectos que podría tener en el ámbito empresarial. La reducción de la jornada laboral, que ya se ha probado en varios países, busca mejorar el bienestar de los trabajadores, pero el impacto real sobre la productividad y el empleo todavía es incierto.
El acuerdo alcanzado entre el Gobierno y los sindicatos en diciembre establece que esta normativa será una de las primeras en ser tramitadas en el Congreso de los Diputados, con la esperanza de que los cambios se materialicen a lo largo de este año.
En cuanto a la reforma del registro de jornada, los sindicatos y las organizaciones empresariales ya han manifestado su preocupación por las implicaciones de esta medida. Mientras que los sindicatos la consideran esencial para garantizar la correcta contabilización de las horas de trabajo, las empresas advierten sobre la posible sobrecarga administrativa y el riesgo de interferencia en su funcionamiento interno.
¿Qué pasará ahora?
El anteproyecto de ley se encuentra en su fase inicial y se espera que sea debatido en el Congreso a finales de febrero o principios de marzo. Mientras tanto, el debate sobre la reducción de la jornada laboral y las sanciones a las empresas continuará siendo uno de los temas clave de la agenda política y económica española.
Con la reducción de jornada, la digitalización del registro de las horas y el endurecimiento de las sanciones, el Gobierno pretende mejorar las condiciones laborales en España, garantizando un equilibrio entre los derechos de los trabajadores y las necesidades de las empresas. Sin embargo, el éxito de esta reforma dependerá en gran medida de cómo se implemente en la práctica y de las respuestas que surjan tanto desde el ámbito empresarial como desde los propios trabajadores.