El Gobierno de la Ciudad, a través del Presidente de RTVCE, ha comunicado la supresión definitiva del programa «Contrarréplica», dirigido y presentado por Julio Basurco. La razón esgrimida para fulminar un programa que contaba con el aval del Consejo Asesor (reunido por primera vez desde hace diez años) es la participación activa de su Director en la Asamblea constitutiva de Ceuta Ya.
Tal decisión sólo puede ser tildada de inaceptable atentando a la libertad individual de los ciudadanos para participar en la vida pública, lo que, en sí mismo, supone una vulneración de los principios constitucionales. El mensaje enviado por el Gobierno parece muy evidente: «Apoyar a Ceuta Ya tiene un coste personal que puede resultar inasumible». No hay criterio deontológico alguno, sino un posicionamiento político que incumple, de hecho, el principal objetivo del mencionado Consejo Asesor: garantizar y reflejar el pluralismo político y cultural. A Julio Basurco no se le castiga por la línea editorial (aprobada previamente) de su programa, sino por su militancia en Ceuta Ya, algo que no sucede con los miembros de RTVCE que participan abiertamente en otras formaciones. Nos encontramos ante un verdadero escándalo.
El Presidente de la Ciudad, todo su Gobierno y el señor Rontomé se pasan el día haciendo apelaciones a la unidad y al sentido de la responsabilidad para afrontar las dificultades que tiene nuestra Ciudad. Caballas, partido de cuya refundación surge el nuevo espacio de Ceuta Ya, ha dado infinitas muestras de esta actitud en tiempos muy difíciles. Parece que, en realidad, las palabras del Gobierno no son más que un ardid para defender sus propios intereses. En cuanto ha tenido la oportunidad, no ha dudado en atacar a su rival político de la manera más infame: lesionando directamente los intereses profesionales de uno de sus miembros, valiéndose para ello de una herramienta pública (RTVCE, con su gerente a la cabeza) que, por otra parte, siempre ha sido y sigue siendo una plataforma de propaganda al servicio del PP. De manera irresponsable, se elimina un espacio de reflexión plural y rico en contenido por el mero hecho de que quien lo dirige manifiesta públicamente sus ideas y afinidades políticas. Quién pide responsabilidad debe comportarse de manera responsable. No se puede utilizar la responsabilidad de los demás como un factor de potenciación de los intereses partidistas del Gobierno. Así, no.