Las mascarillas seguirán siendo obligatorias en los centros y servicios sanitarios, en las farmacias y para las personas que trabajan y visitan los centros sociosanitarios. Además, el Ejecutivo ha aprobado la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública para responder de manera eficaz a futuras crisis sanitarias
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha argumentado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que la decisión, que entrará en vigor mañana 8 de febrero, se adopta en un momento de clara tendencia a la baja en los casos de COVID-19, con la propuesta favorable de los expertos que forman la Ponencia de Alertas, Planes de Preparación y Respuestas y tras valorar el informe emitido el jueves pasado por pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
Según este informe, la incidencia acumulada a 14 días en mayores de 60 años es de 50,7 casos por 100.000 habitantes. Y las camas ocupadas por pacientes COVID representan un 1,6%, una de las cifras más bajas de la pandemia.
La ministra ha apuntado que España es un referente en vacunación a nivel internacional. Ha administrado más de 110 millones de dosis de vacunas contra el COVID; el 93% de las personas mayores de 12 años tienen la pauta completa y más del 75% de los mayores de 80 años ya tienen la segunda dosis de refuerzo.
Carolina Darias ha explicado que se mantiene la obligatoriedad de las mascarillas para los empleados de los centros sociosanitarios y de las personas que van de visita para proteger así a las personas que viven en ellos. Asimismo, ha indicado que el fin de las mascarillas en los transportes públicos significa seguir cumpliendo una hoja de ruta planificada fase a fase hasta alcanzar la normalidad.
Además, la titular de Sanidad ha subrayado que se aconseja el uso responsable de las mascarillas a las personas que presentan sintomatología compatible con una infección respiratoria aguda y a las personas vulnerables. También se recomienda en espacios cerrados y en eventos multitudinarios, así como en el entorno familiar y en reuniones o celebraciones privadas, en función de la vulnerabilidad de los participantes.