El País ha publicado hoy una crónica ensalzando la ciudad caballa, su historia, su arquitectura y su gastronomía. «Ceuta invita a soñar con la concordia», concluye.
Martín Casarlego sube al helicóptero y cruza el Estrecho dispuesto a ver la Ceuta que hay más allá de algunas realidades que llaman la atención a los medios estatales e internacionales. «Hoy suele asociarse con problemas: el barrio de El Príncipe, [..] el contrabando (“comercio atípico”, en la neolengua), el narcotráfico, la inmigración ilegal. Pero eso es como centrarnos en la Cañada Real al hablar de Madrid.» Así, de un plumazo, ventila los clichés el escritor.
Así que la crónica se sumerge en el centro, ennumerando todo lo que el viajero puede ver en pocos metros cuadrados. Después se mueve hacia el Mercado Central, donde disfruta de la intensa actividad y compra fulful bhar.
Durante su estancia en Ceuta prueba la carta de varios restaurantes de la ciudad, visita el Parque Marítimo y la mayoría de las propuestas habituales de Servicios Turísticos.
«Entre Europa y África, iglesias y mezquitas», escribe ensimismado el autor. No es la primera crónica de El País en que se reseña alguna particularidad turística de Ceuta. Cuatro años atrás Luis Pancorbo recomendaba una ruta transfronteriza resiguiendo las mejores vistas al Estrecho.
María José Díaz invitaba a seguir la ruta de Manrique o Siza en el urbanismo caballa, y Cristóbal Martínez, en 2010, definía Ceuta como «un mosaico multicultural donde lo español se funde con la herencia fenicia, romana y árabe».