Ibrahim proviene de Guinea Conakry, tiene veinte años de edad y lleva tres meses y medio en Ceuta. En su sien se observa una herida ya cicatrizada, está aprendiendo español. Su rostro es sereno y refleja esperanza, su deseo para 2019 es que este «sea un año de éxito, libertad, alegría, amor y tener dinero y que su sueño se haga realidad». Le gustaría «quedarse en España», aunque no sabe si una vez en la Península «cambiará de opinión». Ibrahim es joven aun pero se muestra inquieto por «cómo se desarrollarán las cosas». El cariz incierto del destino embarga a los inmigrantes. Él ha sido el encargado de leerles a sus compañeros del CETI el manifiesto del primer Círculo de Silencio del año convocado por la Mesa Diocesana de Atención a los Refugiados y con la colaboración en la organización de la Asociación Elín (Oasis) que repartió hojas de papel donde los asistentes escribieron sus deseos para el año que comienza.
El primer manifiesto del año rindió un emotivo homenaje a las víctimas de la emigración. Arrancó parafraseando al reverendo Martin Luther King, «Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando, soñar con la Libertad, con la Justicia, con la Igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlo».
«Recibimos el año desde la Frontera Sur con un mensaje de fuerza», con un sueño compartido «que la dignidad y la justicia sean una realidad», con la mirada puesta en el futuro «como Morrison, Saidu, Bucari o Abdelkrim, rescatados por el barco de la ONG española Open Arms el 28 de diciembre pasado en aguas del Mediterráneo tras el rechazo de otros puertos seguros más cercanos como Malta o Italia antes de desembarcar la semana pasada en Algeciras». «Todos tenemos derecho a tener sueños y que se puedan realizar».