El día de la expiación, día del perdón, «lom Hadin», el día del juicio, porque en esta jornada somos juzgados por nuestras acciones, y se define el destino del año 5784 que acabamos de comenzar.
Di-s nos juzga, pero tenemos las herrarnientas para atenuar la severidad del juicio: arrepentimiento y plegaria sincera, un trabajo profundo de introspección y retorno, revisión y reparación de nuestros errores, realizar actos de buenas acciones con nuestros semejantes.
En este día, se rubrica nuestro destino en el cielo. Ayunamos, desde la víspera antes de que caiga el sol de este Domingo día 24, hasta la noche del Lunes día 25.
Durante este largo periodo de 25 horas no comemos ni bebemos, no trabajamos aparte de otras muchas más restricciones, todo para hacer un vacío en nuestro interior, un vacío de la rnaterialidad que a veces no nos permite conectarnos con nuestra espiritualidad, le hacemos lugar a la conciencia, a las emociones, a nuestro silencio, acompañando físicamente el trabajo intenso espiritual que estamos llamados a realizar.
Este día debería hacernos reflexionar sobre nuestra vida, nos desconectamos del mundo durante 25 horas para conectarnos posteriormente vivos con más fuerza.
Vivos porque no renunciamos, vivos porque nos cuestionamos, nos angustiamos y buscamos respuestas, aventuramos caminos acertamos y nos equivocamos pero no nos resignamos, nos caemos y nos levantamos. Quizás sea lo único que depende de nosotros: hacer de nuestro tránsito, una experiencia plena de vida.
Debemos de encontrarnos con nosotr@s mism@s, armar nuestros equipajes para iniciar un nuevo camino. El camino de la experiencia de sabernos vivos. Y esto no es poco y en tanto vivos; errantes, vagando la existencia porque no podemos ni debernos paralizarnos.
Quizás no seamos juzgados solamente por nuestras equivocaciones sino también por nuestras inmovilidades.
«Atem Edai». El profeta dice en Isaías 43:
«Atem Edai neum Adonai», «Ustedes son mis testigos, dice el Señor».
Los rabinos interpretan este versículo y lo releen:
«Cuando ustedes sean mis testigos, Yo seré vuestro Di—s».
Ser testigo es estar activo y no ser un simple espectador. Cultivar nuestras almas, servir a las personas sin distinción, a nuestro país, nuestro pueblo y a toda la humanidad con pureza de espíritu y nobleza de motivación.
Que se iluminen nuestros corazones y mentes y podamos tomar decisiones transformadoras en nuestras vidas.
Que Di—s nos inscriba y rubrique en el Libro de la Vida y nos conceda un año de bendiciones y paz.
GMAR JATIMÁ TOVÁ.