La tercera actuación de la noche ha sido la más esperada sin duda. La sala aguardaba los abanderados de nuestra ciudad en el Festival de Cádiz. Y con un cariño bidireccional, Los del Ferry han puesto en pie hasta tres veces seguidas un Revellín que mezclaba las lágrimas de emoción con las de orgullo caballa.
Una ejecución excelente con unas letras tan reivindicativas como románticas. Con el segundo pasodoble, un grito contra la falta de recursos médicos en Ceuta ha hecho borbotar los olés. Si María tiene que cruzar el Estrecho, ¿de qué sirve tanto autogobierno? Los marineros de la comparsa ceutí abrían los brazos intentando abarcar su reivindicación a todo el público rendido a sus pies.
Los embajadores caballas en Cádiz han plantado con ímpetu la bandera ceutí en el escenario. Por orgullo geográfico, por reconocimiento de aislamiento y pertinencia aferrada una cultura milenaria.
El colofón a una actuación que no ha dejado a nadie indiferente ha tenido momentos de estos que te erizan los pelos del brazo. Con una rabia que les ha hecho apretar el puño y cerrar los ojos, Los del Ferry han dedicado versos al dolor de quién salta la valla y a sus familias. Y a todos los que están perdiendo la vida «convirtiendo las aguas del Estrecho en un cementerio«.
Dicen «quieren cruzar a diario un puente imaginario», pero esta noche ya lo han conseguido: lo han tendido entre Ceuta y sus canciones.