Desde la década de los 80, el 24 de mayo se celebra el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme
El 24 de mayo, el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme, es un día para recordar a todas las mujeres que han trabajado por defender los ideales de paz, igualdad y justicia social y promover el desarme.
En 1981, una treintena de mujeres de la organización Women for Life on Earth (Mujeres por la vida en la Tierra) se instalaron junto a la base militar RAF Greenham Common, en el condado de Berkshire, Inglaterra, para protestar contra la propia instalación y contra el uso de armamento nuclear. Este campamento, el cual se mantuvo hasta el año 2000, llevó a cabo numerosas acciones de protesta que tuvieron un gran impacto mediático. Por ejemplo, a finales del año 1982, fecha del aniversario de la llegada de los misiles a la base, 30.000 mujeres se unieron alrededor de la base, en el evento Embrace the Base (Abraza la Base). Este campamento obtuvo el apoyo de miles de personas de todo el mundo y se convirtió en un símbolo de la lucha contra las armas nucleares.
Para recordar las campañas realizadas por las británicas que se opusieron a la OTAN y a la instalación de sus bases militares, a principios de la década de los 80, grupos pacifistas de mujeres en Europa establecieron el 24 de mayo como el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme. «Es un día que hace referencia a los esfuerzos que han hecho tantas mujeres del mundo para lograr la paz y el desarme«, explica Carmen Magallón, presidenta de honor de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, por sus siglas en inglés: Women’s International League for Peace and Freedom). Según comenta, hay una corriente histórica del feminismo pacifista que es una contribución importante para acabar con las guerras, «a ver si acabamos alguna vez».
Las mujeres que han trabajado por defender los ideales de paz no son pocas. Algunas de ellas están reconocidas. Por ejemplo, Jody Williams, profesora estadounidense y activista de derechos humanos, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1997 por su trabajo en favor de la prohibición internacional del uso de minas antipersonales. Shirin Ebadi, abogada iraní que milita por los derechos humanos y la democracia, recibió el mismo premio en el año 2003.
Otra mujer ganadora del premio fue Leymah Gbowee, activista pacifista y feminista liberiana. Gbowee lideró el movimiento pacifista Mujeres de Liberia Acción Masiva para la Paz (WLMAP), el cual fue clave para poner fin a la Segunda Guerra Civil liberiana en 2003. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2011, junto a Tawakkul Karman, periodista, política y activista yemení por la defensa de los derechos humanos, y, Ellen Johnson Sirleaf, economista y política liberiana, presidenta de Liberia desde 2006 y 2018. Fue la primera mujer presidenta electa en África.
Magallón menciona también a las mujeres católicas y protestantes que «hace mucho tiempo trataron de unir a sus comunidades en Irlanda del Norte». Aunque algunas mujeres hayan sido reconocidas, «el rol de las mujeres en los conflictos armados no está suficientemente visibilizado«.
Las mujeres y los análisis de género son habitualmente excluidos de los procesos de paz y la toma de decisiones. En el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1325 sobre mujeres, paz y seguridad. Esta resolución destaca los impactos específicos de género de los conflictos armados. Asimismo, reconoce el papel crucial que las mujeres juegan en la construcción de la paz. Magallón explica que aunque esta resolución sea de obligado cumplimiento, hay gobiernos «que se la saltan» y no la cumplen: «En Ucrania, los medios de comunicación no están enseñando que en las negociaciones no hay ninguna mujer».
Aunque algunos gobiernos no cumplan con la resolución, no hay que quitarle importancia, ya que las mujeres o grupos organizados la utilizan como herramienta de presión. Es el caso de Colombia. Entre los años 2012 y 2016, mientras en La Habana estaban negociando los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP, «un montón de organizaciones de mujeres organizaron dos cumbres en Bogotá.» Exigieron que, como la Resolución 1325 lo dictaba, las mujeres tenían derecho a participar en las negociaciones. «Lograron formar la Comisión de género e incidir», subraya Magallón.
Impacto de la violencia, más grave en las mujeres
La guerra y el conflicto afectan a los derechos de todas las personas. Sin embargo, las circunstancias que tienen que ver con el género suponen que la violencia impacte de manera diferente y más desproporcionada en las mujeres. Magallón habla de Afganistán: «Después de años peleándose, cuando llegan los talibanes y Estados Unidos se marcha, quienes acaban en una situación de opresión y con falta de libertad son las mujeres».
El uso de armas tiene un inequívoco impacto de género, según relató WILPF en la declaración que escribió para el 24 de mayo del año pasado: «Las armas aumentan significativamente el riesgo de sufrir violencia sexual o de que las mujeres sean asesinadas por sus parejas. Es habitual que se utilicen para coaccionarlas e impedirles que accedan a la seguridad, la educación, la asistencia sanitaria y las oportunidades económicas».
El desarme es una cuestión fundamental para WILPF. Magallón explica que no critican a quienes se defienden en estos momentos porque no ven otra opción, pero no aplauden el aumento del gasto de armamento, «porque lo que hacen las armas es prolongar las personas muertas y el sufrimiento».
El aumento del presupuesto para las armas supondrá restar de otras partidas que son más necesarias: «Es un desastre, por ejemplo, para los presupuestos de salud que tan necesarios son, como hemos visto en la pandemia». Según Magallón, el gasto en armamento solo servirá para producir más muertes y repetir todos los eventos históricos que tienen que ver con la muerte. «Todo el mundo se ha lanzado a aplaudir este aumento», expresa, «habría que mirar cuánto dinero se dedica a producir armas y cuánto dinero se dedica a cambiar las mentalidades y construir cultura de paz».
WILPF, más de cien años de trayectoria
La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad es la organización más antigua de mujeres por la paz del mundo. Esta ONG internacional nació en 1915 y cuenta con secciones nacionales que alcanzan todos los continentes. Según cuenta la presidenta de honor de WILPF España, las sufragistas se iban a reunir en Berlín, pero por causa de la Primera Guerra Mundial dejaron de hacerlo. En cambio, se juntaron en La Haya en un congreso internacional para tratar de parar la guerra. Allí nació la organización.
WILPF trabaja para la creación de una sociedad pacífica y justa. «El objetivo de la organización es incidir en la política internacional para erradicar la guerra», subraya Magallón. Cuenta con un Secretariado Internacional con base en Ginebra y una oficina en Nueva York enfocada al trabajo en la Organización de las Naciones Unidas, «siempre cerca de los organismos internacionales porque nació para estar ahí, monitorizando».
WILPF colaboró para que se firmara el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, el cual entró en vigor en 2021. Asimismo, tiene un programa para dar voz a las mujeres que están en lugares donde hay conflictos armados y trabaja también en el ámbito de intervención de crisis.
Han pasado más de 100 años desde la creación de la organización y, según Magallón, «desde el punto de vista internacional, ha habido avances». La creación de las Naciones Unidas es uno de ellos, aunque ahora «haya cierta inoperatividad por el derecho a veto en el Consejo de Seguridad». Magallón explica que en el conflicto entre Ucrania y Rusia, este último pone el veto a cualquier iniciativa de Naciones Unidas para lograr la paz, igual que pasó con Estados Unidos en la invasión de Irak. Otro avance ha sido el Tratado de Comercio de Armas firmado en el año 2013.
Magallón insiste en la necesidad de tener «una red internacional» para tratar de incidir y «cambiar las cosas». En el año 2015, cuando cumplieron 100 años, organizaron un Congreso en La Haya, donde participaron más de 1000 mujeres: «Asistieron cuatro mujeres ganadoras del Premio Nobel de la Paz, entre ellas, Jody Williams y Shirin Ebadi». Asimismo, explica que se están planteando que mujeres y hombres trabajen juntos: «Los hombres tienen que reconstruir su idea de que su identidad les exige pelear, eso es un estereotipo. En vez de destruir la vida, todas las personas tendríamos que dedicarnos a cuidarla«.
Cada país decide cómo conmemorar el 24 de mayo, organizando diferentes eventos. En el caso de España, ayer se celebró un acto en la Casa de la Mujer en Zaragoza para debatir sobre la situación actual: «Estuvimos más de 100 mujeres y fue muy interesante».