Hamed Abderrahman Ahmed, el ‘talibán español’, saltó a los medios en 2002 al conocerse su detención en Agfanistán por el Ejército de EE.UU.
Tras dos años en Guantánamo, fue entregado a nuestro país. La Policía lo ha detenido ahora como integrante de una célula que planeaba atentados
El pasado lunes el juez de la Audiencia Nacional Francisco de Jorge envió a prisión a los seis miembros de la última célula yihadista desmantelada por la Comisaría General de Información de la Policía, y las brigadas de Ceuta, Segovia, Málaga, Madrid, Ibiza y Algeciras, a finales de la semana pasada. La operación se desarrolló en la Ciudad autónoma, donde hubo cuatro detenidos, y en la capital de España y en la isla pitiusa, donde se produjeron los otros dos arrestos. La investigación, además, tenía conexiones en Marruecos donde, de forma coordinada con nuestros investigadores, la Oficina Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ), adscrita a la Dirección General de la Vigilancia del Territorio (DGST) , hizo otras tres capturas. Están acusados de pertenencia y colaboración con organización terrorista y autoadoctrinamiento.
No era una célula más. Los integrantes del grupo se reunían tanto en Ceuta como en Marruecos y planeaban perpetrar un atentado antes de unirse a las filas de Estado Islámico del Sahel para hacer la yihad. No solo eso; el perfil de sus miembros más destacados era muy inquietante. Entre ellos, según ha podido saber ABC, estaba el conocido como ‘talibán español’, que recibió instrucción militar en campos de entrenamiento de Al Qaeda en Afganistán y fue detenido en Pakistán por fuerzas militares estadounidenses que lo deportaron a la base de Guantánamo, en Cuba.
También formaba parte del grupo un individuo con antecedentes por homicidio, otro más por atentado a la autoridad… Su adhesión plena a los postulados de Daesh era evidente, ya que consumían su propaganda y disponían también de sus manuales para perpetrar ataques o fabricar explosivos.
La investigación había comenzado hacía ya más de año y medio. La mayoría de los miembros del grupo estaban desde bastante antes bajo el foco de los expertos en terrorismo yihadista —uno había sido condenado y otros detenidos y absueltos en otras operaciones contra este tipo de terrorismo—, de modo que en cuanto empezaron a realizar movimientos sospechosos saltaron todas las alarmas. Entre ellos mantenían contacto físico, sobre todo en Ceuta, Fnideq (que es el nombre actual de la antigua Castillejos) y Tetuán, aprovechando las facilidades para cruzar la frontera con Marruecos, y también virtual.
Contra un infiel
Poco a poco los miembros del grupo pasaron de retroalimentarse en su radicalidad a tomar la decisión de perpetrar un atentado. No está claro que hubieran comenzado los preparativos para cometerlo, pero sí que su primera opción era atacar a alguien de su comunidad más cercana al que se consideraba infiel. En los registros se intervinieron armas blancas —otro dato preocupante—, cartuchería y en sus teléfonos móviles había material de Daesh, de propaganda y de otro tipo, que ahora es analizado.
El perfil de los implicados; las conversaciones cada vez más insistentes en el sentido de que tenían que actuar rápido; las reuniones regulares que mantenían y la determinación de unirse a las filas de Daesh en el Sahel llevó a los investigadores a tomar la decisión de no esperar más, porque en cualquier momento podían activarse para cometer una barbaridad. Matar es fácil, y este tipo de terroristas no necesitan ni mucha preparación ni muchos medios para cometer ataques brutales. No se podía correr ningún riesgo.
La operación se planificó al milímetro y en coordinación con las fuerzas de seguridad marroquíes, con las que ha habido, una vez más, una colaboración extraordinariamente eficaz. A las cinco de la madrugada del viernes pasado decenas de policías del Grupo Especial de Operaciones (GEO) tomaron posiciones en las barriadas de El Príncipe Alfonso y Vicedo Martín de Ceuta y comenzaron las detenciones. A la misma hora se sucedían escenas similares en Madrid e Ibiza, pero también en Tetuán y Fnideq.
No hubo el menor margen para que hubiera resistencia alguna por parte de los sospechosos, que tienen entre 30 y 50 años de edad. Es decir; se trata de tipos bragados, no de jovencitos susceptibles de ser manipulados o de querer vivir una aventura.
Una de las cosas que llamó la atención de los investigadores es que los detenidos guardaran en sus domicilios algo más de 15.000 euros en efectivo, una cantidad de dinero notablemente superior a la que se suele encontrar en operaciones de esta naturaleza. No está claro, por lo demás, de donde procede ese dinero, una de las líneas de investigación que se siguen ahora. Desde luego, es difícil que tengan una procedencia lícita, ya que solo dos de los seis arrestados en España trabajaban, en la construcción y en el sector servicios. El resto se beneficiaba de la red familiar de acogida, lo que les proporcionaba ingresos suficientes para sobrevivir.
Los investigadores insisten en que no hay un líder claro en la célula, aunque es evidente que el historial del ‘talibán español’ tenía su peso específico. También es cierto que algunos eran más radicales en sus planteamientos que el resto, y en este tipo de grupos son ellos los que suelen arrastrar al resto. Alguno tiene familiares que en su día se habían desplazado a territorios de yihad para combatir en la filas de Daesh.
Su principal base de operaciones era Ceuta y Marruecos, y de hecho el detenido en Madrid, que había entrado en nuestro país de forma ilegal, estaba en la capital de España de forma circunstancial. Por su parte, el de Ibiza era también de origen ceutí pero se había asentado en esa isla balear.
Por tanto, cuatro de los detenidos en nuestro país tienen la nacionalidad española; uno, como se ha dicho, está en situación ilegal y el otro es extranjero pero tiene los papeles en regla. En cuanto a los arrestados en Marruecos, al menos uno de ellos vivía en Ceuta pero pasaba a Marruecos de forma constante.
La más peligrosa
Aunque las fuentes consultadas no quieren provocar una preocupación y alarma innecesaria, es evidente que esta célula es la más peligrosa de las desarticuladas en mucho tiempo. Es verdad que está el caso del menor de Sevilla, que incluso había hecho pruebas con explosivos para perpetrar atentados, pero actuaba en solitario; esta gente, al actuar en grupo, es potencialmente más letal.
En cuanto a su deseo de incorporarse a Estado Islámico del Sahel después de un atentado, hay que recordar que esta zona -que incluye Burkina Faso, Mali, Camerún, Nigeria, Níger y Benín-, se ha convertido a lo largo de los últimos años en el principal escenario de la actividad de los grupos yihadistas y foco de atracción para combatientes de otras zonas del mundo. De hecho son varias las operaciones conjuntas de la Policía española y marroquí contra redes que facilitaban el traslado de yihadistas para su incorporación a Estado Islámico en esta región.
En este momento Daesh del Sahel no tiene la misma fuerza que tuvo en su momento Estado Islámico en Siria, cuando consiguió crear un califato, pero su peligrosidad va en aumento de forma clara, según coinciden todos los expertos.
En lo que va de año las Fuerzas de Seguridad han realizado 37 operaciones contra el terrorismo yihadista en las que se ha detenido a 66 individuos. Por tanto, la presión policial se mantiene alta en España, lo que se compadece con el nivel 4 sobre cinco de alerta terrorista que hay en nuestro país.